DIEZ

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—Dame eso, no puedes tomar, sin saberlo, mierda, que no me estas escuchando.

—Déjala, la estamos pasando bien—dijo Jessica quitándose la parte de arriba.

—¡Están drogadas! ¡acaso perdieron la razón!

James estaba a nada de perder la razón, como se le ocurrían incitar a Perla a tomar y pasarla bien, miro a la rubia que tenía los ojos perdido y las mejillas rojizas, ahora debía llevarla arrastras hacia la habitación.

—Vamos no seas amargado James.

—No le vas a decir nada a tu esposa—espeto james, pero el otro hombre solo empezó a reírse—Mierda tú también.

—Que tenía esas bebidas—dijo Jordán al ver a su esposa, revolcándose en la arena.

—Nada, lo que siempre le pongo a tu trago.

—Oye yo no tuve nada que ver, mierda se ve mal—Jordán miro como Perla empezó a sentir horcadas.

—Necesito...Necesito vomitar.

James cubrió su cabello mientras perla se aferraba en el inodoro, pensó que solo era jugo de uva, se sintió asqueada y adolorida del estómago, mientras su esposo falso no dejaba de recriminarla.

—Eso te pasa, por ser tan tonta.

—Deja de decirme, no pensé que me fuera a pasar, solo tomé jugo.

—El vino no es jugo, pensé que eso ya lo sabias.

—Sabia dulce, no me regañes—el gruño soltando su caballo.

Los ojos de perla fueron viajar hacia james que se recargo en la pared fría de ese baño, sentándose frente a ella.

—No soy tu niñero.

—No debiste traerme aquí, en primera.

—Y que ibas hacer, romancear con el tipo ese. —los labios de perla hicieron una línea—claro, te ibas a revolcar con ...—james logro esquivar aquella mano—Me ibas a pegar.

—Y te lo ibas a merecer, no me trates como las mujeres que has salido, no soy ellas.

—Claro de seguro te haces de esas mustias, ten tomate esto—le lanzó una cajetilla de pastillas.

—¿Qué es?

—Es para el dolor de estómago, no tienes eso, ahora que hice.

—Ahora te preocupas por mí, que, considerado, cuando hace unos segundos me tratas como una loca demente, que no sabe controlarse y claro que confianza en todo el mundo, porque vivo en un mundo de cuentos, y ahora te ríes.

—Porque es verdad—encogió los hombros.

—Sabes tú vas a descontrolar mi situación mental, puedes tratarme como persona civilizada y luego eres un idiota.

—Por favor.

—No solo eso, sé que no te agrado, pero al menos ya nos veremos las caras, y no sabes las ganas que tengo por desaparecer de tu vida.

—Lo mismo digo—se puso de pie saliendo de la habitación.

Perla lo miro con enojo, no entendía por qué, pero en este momento no lo soportaba, mucho menos que actuara así, se puso de pie y fue detrás del haciéndolo girar, salvo que tropezó con un cojín, casi al punto de caer que el mismo James logro sostenerla, pero cayendo encima de ella.

—Mierda, es que estas loca—dijo el logrando que su peso no la aplaste.

—Quítate de encima.

—Pero tú fuiste la que me hizo caer.

Renacer el AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora