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Apenas logramos llegar, James se sacudió como si fuera un cachorro entrando a la casa, mire el lugar era bonito y claro lujoso, por fuera una simple cabaña y aquí adentro había demasiado detalle, una cama bien arreglada, y una pequeña cocinita con un sofá, y claro la chimenea que entraban algunas gotas de la tormenta.

James se quitó la camisa, quedándose completamente con el pantalón y fue hasta la chimenea a poner unos rozos de madera para hacerla prender.

Todo el camino estaba quejándose por mi estupidez, pero yo no conocía este lugar y eso lo ponía a mi favor.

Las gotas de mi ropa caen sobre el piso de madre, empiezo a tener un frio y busco algo que ponerme, el mueble que se supone que esta la ropa esta vacío y solo hay unas frazadas ahí. Eso no ayudara mucho.

Necesito quitarme la ropa.

—Esto no funciona, no prende —lo escuchó decir desesperado —Si alguien no hubiera hecho un berrinche.

—Disculpa, no lo hice.

—Entonces dime porque estamos aquí.

Admitir que era mi culpa me daba una sensación de estira y afloja, no quería perder una discusión con él, algo que me empezaba a gustar,

—Debes quitarte la ropa, te vas enfermar —espeto el poniendo de pie y quitándose el pantalón.

—No hablas enserio.

—Me vez bromeando, si estamos así es por ti, a quien se le ocurre rodear, hasta el final de la isla, no hay nada más que el mar, y agradece que estamos cerca de la cabaña una de las tres que hay alrededor de este lugar.

—Se me olvidaba que son gente rica.

—No olvides que tu también lo eres.

—Eso crees, claro que no, siempre he vivido modesta nunca fui de lujos, por eso no me maravillo de nada.

—Y te conformas con lo primero que vez —sentí algo de reclamo que no iba a darle importancia.

—No sería el único, que se obsesiona con algo, oye te vas a aquedar desnudo —mire como tenía las manos en su ropa interior, acaso no conoce el pudor.

—No voy a enfermarme, además no te enseñaron la anotomía del cuerpo humano —es un engreído.

—Porque, o es que puede gustarte lo que puedes ver, no soy un hombre que le da vergüenza, me gusta mi cuerpo, y lo que puedo causar con él.

No puedo más con este hombre me doy la espalda y el solo se ríe de mí, tambaleo como me lanza su bóxer en la cabeza dando un grito de horror.

—Vamos no es para tanto, ya voltéate. —niego —Deberías hacer lo mismo, toma esas frazadas y cúbrete, no me digas en los conventos no miraban a los monaguillos dándose una ducha, dicen que a veces el diablo esta haciendo eco en las paredes del convento —me quede con la boca abierta dándome la vuelta para enfrentarlo.

Las mejillas me arden de la vergüenza de creer que estaba parado ahí desnudo, pero está de nuevo sentado en el suelo con una sábana y moviendo la madera para el fuego.

—Quítate eso, no me vas a provocar, debes usar ropa de abuela y... —me quito la ropa con rapidez lanzándole mi ropa interior que él toma con la mano.

—Las apariencias engañan señor Clark —tomo la frazada sentándome a lado de el —Pero descuide no es mi tipo

Nos quedamos ahí contemplando el fuego, el viento hace su llanto aterrador, que parece que este lugar no va sobrevivir, james se levanta para cubrir las ventanas, y así el sonido no seas más chillante.

Renacer el AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora