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—Podemos hablar—James dejo de celular, algo que me incomodo, tal vez estaba hablando con ella.

—Claro, dime—porque se ve tan relajado, eso me irritaba.

James me ponía con los nervios de punta, en particular no me estaba haciendo nada, pero su presencia no la soportaba a veces, mañana regresaremos.

Las muchachas están tristes, a pesar de tener pocos días, hicimos una conexión, incluso le reprocharon a James, que no tuviera un celular, practicante, lo obligaron que me diera uno para estar en contacto.

Tal vez sería bueno que estos meses restantes tuviéramos contacto, sé que será dura la despedida cuando desaparezca de sus vidas.

—Porque me vez de esa manera—inclino su rostro de lado—No hice nada malo, esta vez—me aseguro.

—Es solo que no te sientas obligado por el teléfono, después de todo, sabes lo que pasara. —se rasco la barba y me hizo una seña que me acercara.

Negué, pero el continuo ahora palmeando su pierna, torcí los labios y camine hacia él, lo suficiente para poner distancia, pero él fue rápido inclinándose hacia a mí, me dio un tirón que quede en su regazo.

—James—advertí con mi mano en su pecho.

—¿Qué? No puedo tocarte, ya lo hice—sus palabras hicieron que mi piel se erizara. —Muy profundamente.

—No deberías decir eso.

—Ahora no, y ahí no decías nada—rodee los ojos—Lo vez.

Lo que paso en la cabaña, se quedaría ahí, de eso estaba segura, pero lo que paso antes de llegar a casa, nos besamos, más bien yo lo bese y lo hicimos ahí, no sabía dónde me pondría ahora, sus dedos se deslizaron por mis brazos, subieron y bajaron, hizo que mi respiración se agitara un poco.

—Lo de la cabaña, sabes en qué quedamos—intente concentrarme, tenía James tan cerca de mi cuerpo como su rostro a centímetros del mío.

—Sí, pero lo otro—no sé porque me sorprendí, porque tenía razón, lo que paso en el camino. —Lo dela cabaña se quedaría así, solo recuérdame comprar unas sábanas—me hizo reír, y no debería—Lo vez, te has puesto roja.

—Creo que debemos parar—asegure, siendo firme hasta donde creo que puedo.

Mi cuerpo se siente diferente, y es algo que no puedo contralar, necesito tener un poco de cordura, tuve sexo con James, y no sé porque lo hice, pero solo paso.

Su sonrisa descara se entierra en mi cuello, dejándome un beso que solo hizo que mis pezones se endurecieran.

Mis manos se aferraron a su camisa con tanta fuerza, mientras el sigue besando, no debería sentirse tan bien, pero es mi cuerpo el que me traiciona.

Con una destreza, me toma de la cintura haciendo que mis piernas queden separadas acomodándose encima de él.

—James, no está bien—aseguro, pero él tiene otros planes.

—Al menos déjame quedarme con un recuerdo de paz, vamos un recuerdo, que puede pasar—lo abrace de su cabeza, llevándolo a mi pecho, él era un descarado de lo peor.

Él fue rápido bajándome el vestido, y quedando al descubierto mi pecho, sus manos se adueñaron de mi trasero, masajeándolo, tan pronto hacia todo eso, estaba sintiendo un hormigueo en mi zona intima.

—James...James...no es correcto—apenas podía decirle.

Mis mejillas ardían como mi cuero se erizaba, busque si mirada, y su boca atrapo la mía, me beso correspondiéndole, tanto que mis caderas se movieron, era como si no pudiera controlar todas esas sensaciones nuevas.

Renacer el AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora