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La piel de Xion transpiraba contra la de él. Las piernas de su pareja temblaban de tantos orgasmos provocados. Cain metió hasta el fondo, maltratando la próstata de su pareja. El demonio se vino en su abdomen y el príncipe dentro de él.

-Para, por favor -suplicó el demonio.

Los ojos de Cain observaron las piernas de su pareja, rojas y llenas de mordidas y semen. Tragó en seco, pero se abstuvo.

-Lo siento, cariño -dijo, mientras agarraba un paño y limpiaba a su pareja.

-Gracias... -el demonio tocó su abdomen-. Estoy completamente lleno de ti.

Cain se sonrojó y miró para otro lado, pues estaba dejando a su pareja sin piernas.

-¿Quieres ducharte? -preguntó, menos avergonzado.

-Sí, me encantaría -sonrió el demonio.

Cain fue a preparar el agua, cuando escuchó un golpe sordo. Era Xion, que yacía con las piernas temblando.

-¿Amor, estás bien? -preguntó preocupado.

Los ojos brillantes y llenos de furia hicieron reír a Cain.

-No puedo caminar -regañó Xion.

-¿Creíste que mentía cuando dije que dejaría sin caminar? -dijo Cain, conteniéndose de reír.

Cain besó la mano de su novio.

-Te ayudaré, mi amor -dijo, cargándolo como a una princesa.

Lo ayudó a meterse en la tina.

-¿El agua está bien? -preguntó.

-Está bien, mi señor -sonrió el demonio.

Algo importante que mencionar es que Xion no era una serpiente común. Era la serpiente del pecado de Adán y Eva, el mismísimo pecado original. Una burla a la creación de Dios.

La pareja disfrutó charlando un poco. Cain realmente amaba a Xion, y Xion lo amaba a él. Cain se estaba preparando para entrar a las puertas del infierno.

-Ten cuidado, mi señor -dijo el demonio acariciando el rostro de su príncipe.

-Lo tendré, mi amor -respondió él, dejándose acariciar-. Confía en mí.

Xion le dio un pequeño beso.

-Siempre lo hago -susurró.

Cain sonrió con ternura.

-Te amo -dijo el príncipe.

-Yo también te amo -sonrió Xion, con lágrimas en los ojos.

La hora llegó y Cain entró a la primera puerta. Xion esperó pacientemente.


Semanas pasaron y las noticias sobre el príncipe eran escasas

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Semanas pasaron y las noticias sobre el príncipe eran escasas. Lucifer estaba nervioso, pero confiaba en su hijo.

-Cerbero, ya falta poco para que tu cría nazca -dijo acariciando al perro, que gemía felizmente.

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