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El mundo comenzaba a brillar con un resplandor deslumbrante, el sol se alzaba con una intensidad revitalizante, bañando la tierra en una luz dorada que había estado perdida en sombras. Un viento fresco recorría el paisaje, como si la propia tierra despertara de un largo sueño. En medio de este renacer, una figura celestial se elevó, envuelta en un aura dorada. Con un majestuoso despliegue de alas, se alzó hacia el cielo, fortalecida por la luz solar. Como un ave fénix, renació de sus cenizas.

El renacimiento de Bellamy cegó a Metatrón. El arcángel, temblando de terror, proclamó:

-Este mundo ya no es nuestro.

Bellamy, con una mirada desafiante, respondió con firmeza:

-Este mundo fue corrompido por el mal -lo miró con intensidad-. Pero Dios también nos ha abandonado.

Metatrón, con furia en sus ojos, replicó.

-Tú sabes que nuestro padre no es así.

Bellamy, con una determinación inquebrantable, señaló a Lucifer.

-Desde que él fue desterrado, este mundo estaba condenado a la destrucción.

El resplandor de Bellamy creció con su furia.

-Él desobedeció a Dios -le escupió Metatrón-. Quiso ser mejor que nuestro padre.

Con un gesto decisivo, Bellamy expulsó su poder contra Metatrón, enviándolo a volar lejos con una fuerza devastadora.

-Él nunca quiso ser mejor -respondió Bellamy, su voz cargada de tristeza-. Solo quería que Dios viera este mundo corrupto.

Metatrón, asombrado, observó a Bellamy empuñar una espada celestial. Con un golpe certero, la impactó, enviándolo al suelo en pedazos.

-Ya estoy aquí, mi amor -susurró Bellamy, temblando de emoción.

Se inclinó sobre su hijo, que yacía gravemente herido.

-Sana, hijo de Lucifer, recibe mi poder -le dijo, envolviéndolo con su aura dorada.

Cain, abrumado por el poder, abrió los ojos asustado. Sus heridas sanaron y sus ojos brillaron con un dorado intenso.

-Mamá, estás aquí -dijo Cain, arrodillándose con desesperación.

-Hijo mío -Bellamy lo abrazó con ternura-. Salva a tu padre.

Cain, con una mezcla de esperanza y temor, asintió. Justo entonces, una bola de poder disparada por el arcángel se desintegró contra el aura protectora de Bellamy. Ella se preparó para enfrentarse a Metatrón, pero Cain la detuvo con una súplica desesperada.

-Mamá, por favor, no hagas esto -le rogó Cain-. Yo lo enfrentaré.

Bellamy le sonrió con orgullo y le dio un beso en la cabeza.

-No seré tan débil esta vez, hijo -le dijo. Luego emprendió el vuelo hacia Metatrón, la batalla comenzando en su vuelo.

La pelea fue brutal. Bellamy, con su espada celestial, atacaba con furia implacable, cortando y maltratando a Metatrón mientras Cain observaba con lágrimas en los ojos, abrumado por el caos y la pérdida.

Libranos de todo mal Donde viven las historias. Descúbrelo ahora