Extra Final

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Lucifer...

A la distancia, los gritos se filtraban en su conciencia, lejanos, distorsionados, como un eco del tormento que no lograba identificar. Solo sabía que quería que cesaran, que el silencio regresara.

Un golpe.

Otro.

Y otro más.

Los ojos del rey del inframundo se abrieron lentamente, revelando un azul hielo que cortaba como una daga a través de la confusión. Sentía el peso de algo sobre su pecho, y al mirar hacia abajo, vio a sus dos hijas pequeñas.

-Papá... -sollozó Leira, abrazándolo con fuerza.

-Papi... -Liera gimió, aferrándose a él con desesperación.

Lucifer las rodeó con sus brazos, aún desorientado, tratando de recordar qué había sucedido. ¿Por qué todo estaba teñido de caos?

Leira, con sus ojos llenos de lágrimas, señaló hacia un punto en el campo de batalla.

-Papá... mami... -su voz quebrada lo arrancó de su letargo.

El corazón de Lucifer se detuvo por un instante, y siguió la dirección que le indicaba su hija. Allí, entre el polvo y los restos de la batalla, yacía Bellamy, boca abajo e inmóvil. El miedo lo atravesó como un rayo.

-Quédense aquí, nenas -les dijo con una preocupación rasgando cada palabra.

Les dio un beso rápido en la frente antes de correr hacia Bellamy. Con un cuidado infinito, la levantó y la colocó en su regazo, sus manos temblorosas revisando su cuerpo. Los moretones y rasguños que cubrían su piel eran como dagas atravesando su propio corazón.

-Mi amor... -susurró, la voz rota por el terror que sentía-. Cielo, despierta... tesoro...

Pero Bellamy no respondió. Su respiración era débil, y su cuerpo parecía tan frágil en ese momento que Lucifer sintió que su alma se desmoronaba.

De pronto, Xion cayó de rodillas frente a él, su rostro pálido y su cuerpo destrozado.

-Solo está agotada -dijo Xion, su voz apenas un susurro mientras una mano desgarrada se apoyaba en su hombro -. Amo... ayude a los príncipes... -señaló hacia el campo de batalla antes de desplomarse, finalmente rendido.

La furia en los ojos de Lucifer fue palpable. Con un cuidado reverente, besó delicadamente la frente de Bellamy y la recostó en el suelo, luego revisó a Xion y utilizó su poder para curar sus heridas, asegurándose de que descansara cerca de su amada.

-No te preocupes, mi amor... -murmuró, arrancándose la camisa con un movimiento rápido-. Yo me haré cargo.

Desplegó sus alas negras con un poder abrumador, sus ojos ahora llameando con un odio incontenible. Elevándose en el aire, su mirada se fijó en la escena que se desarrollaba ante él. Sus hijos luchaban con todo lo que tenían, pero su niña, su dulce Laika, estaba herida, y cada fibra de su ser gritaba por venganza.

Con una furia desmedida, Lucifer reunió su poder, y con un movimiento decisivo, lanzó una bola de fuego que destrozó el cuerpo de Lilith. El grito de la criatura se mezcló con el rugido de su propia rabia, mientras el cuerpo de la corrupta caía.









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