Extra 4

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Lucifer abrió los ojos lentamente, sus pupilas adaptándose a la penumbra de la habitación. A su lado, Bellamy yacía plácidamente, aún sumido en un sueño profundo. El aroma de su piel inundaba el aire, embriagando a Lucifer con cada respiración. Sin poder resistir el impulso, lo abrazó con más fuerza, acercándolo aún más a su cuerpo, como si quisiera fundirse en él.


En otro lado del castillo...

Un fuerte sonido se escucha tras la puerta, Xion gemia de dolor y placer, sus piernas temblaban de tantos órganos.

"Eres mío," susurró con una voz cargada de posesividad, antes de hundir sus dientes en la delicada piel. El sabor de la vainilla y el olor de la esencia de Xion lo embriagaban, alimentando una pasión desbordante que lo hacía perder el control.

"Caín...", susurró, su voz quebrada por el deseo, mientras sus dedos se aferraban a la espalda de su amado.

Cain borracho de placer dio una estocada que hizo que Xion tuviera un orgasmo tan fuerte.

-Amor, para, por favor... -pidió en un susurro entrecortado, su voz revelando un agotamiento que no podía ocultar.

Con cuidado, salió de Xion, pero su necesidad de posesión no lo dejaba ir del todo. Con un gesto cargado de dominación, llevó su pulgar a la entrada de Xion, impidiendo que su semen se escapara, queriendo asegurarse de que una parte de él permaneciera dentro de su amado.

-Te amo, eres mío -murmuró con intensidad, sus ojos negros centelleando con una mezcla de devoción y dominio. Besándolo embriagado.

Xion, respondió al beso con ternura, sus manos descansando sobre el pecho de Caín.

-Soy tuyo... mi amor, solo de ti -susurró con voz temblorosa, mientras sus ojos color miel se alzaban para encontrar la mirada de Caín.

Caín se recostó sobre Xion, colocando su cabeza en el pecho de su amado. Los latidos del corazón de Xion, lentos y constantes. Beso el pecho de su pareja.

El silencio llenó la habitación. Caín permanecía inmóvil, disfrutando del calor que emanaba del cuerpo de Xion, sintiendo ese aroma que tanto le gusta. Después de unos minutos, el peso del cansancio finalmente venció a Xion, quien cayó en un sueño profundo.

-Descansa, mi amor -murmuró Caín con un susurro casi inaudible, presionando un beso suave sobre la piel de Xion antes de deslizarse con cuidado fuera de la cama, procurando no despertarlo.

Se dirigió al baño, sus pasos apenas audibles sobre el suelo de la habitación. Caín terminó de lavarse, con un suspiro de satisfacción, cerró la ducha y salió del baño, envuelto en el calor del vapor que aún llenaba la habitación. Tomó una toalla y comenzó a secarse el cabello con movimientos lentos y despreocupados, disfrutando de la tranquilidad del momento.

Cuando alzó la vista, sus ojos se encontraron con una visión que hizo que su corazón diera un vuelco. Allí, en la cama, estaba Xion, recién despertado, su cuerpo desnudo parcialmente cubierto por las sábanas blancas que se enredaban en sus piernas. El cabello desordenado enmarcaba su rostro, que todavía llevaba el rastro del sueño en sus ojos, pero lo que más llamó la atención de Caín fueron las marcas que había dejado la noche anterior.

Su sonrisa creció.

El pecho de Xion estaba cubierto de besos y chupentones. El era completamente suyo.









El crepitar del fuego iluminaba suavemente la vasta sala del inframundo, donde Bellamy y Lucifer se encontraban sentados en un trono de obsidiana

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El crepitar del fuego iluminaba suavemente la vasta sala del inframundo, donde Bellamy y Lucifer se encontraban sentados en un trono de obsidiana. Su risa resonaba en el ambiente, profunda y poderosa, mientras observaban a sus dos hijas pequeñas corretear por la habitación.

Las gemelas, con apenas cuatro años, tenían el cabello negro como la noche y ojos brillantes que destellaban con una travesura innata.
Bellamy observaba a sus pequeñas hijas con una sonrisa tierna en el rostro. Liera, la mayor de las dos, ya estaba acurrucada en sus brazos.

-Mami... yo también quiero que me cargues -dijo, con un tono de voz que revelaba su deseo sincero de recibir el mismo afecto.

Antes de que Bellamy pudiera responder, Leira sintió un par de brazos fuertes rodearla. Giró la cabeza y se encontró con los ojos chispeantes de su padre.

-¿Y qué pasa conmigo, pequeña? -preguntó él con una sonrisa traviesa.

Bellamy miraba a sus niñas felices, su corazón llenándose de una calidez indescriptible. Observó con ternura cómo Liera, aún en sus brazos, llevaba un dedito a su boca, un gesto que había conservado desde que era muy pequeña.

Leira, mientras tanto, seguía riendo en los brazos de su padre, pero sus ojos también se fijaron en su hermana. Acarició suavemente la cabeza de sus dos hijas. Sentía el suave tacto de sus cabellos entre los dedos, y su mirada se posó con ternura en ellas. Leira, que había estado riendo hasta hacía poco, comenzó a sentir el cansancio del día. Se recostó en el pecho de su padre.

Los párpados de Leira comenzaron a caer, pesados por el sueño. A su lado, Liera, aún acurrucada en los brazos de Bellamy, también se rendía al cansancio.Las dos gemelas, tan unidas, se sumieron en un profundo sueño casi al mismo tiempo.

Bellamy las observó en silencio, sonrió con ternura. Se inclinó y besó con suavidad las frentes de Liera y Leira, asegurándose de que estuvieran cómodas en sus brazos.

-Dulces sueños, mis pequeñas -susurró, casi como un rezo.

Bellamy le sonrió a su esposo, un gesto cargado de comprensión. Sin decir nada, ambos se dirigieron al cuarto de sus pequeñas. Con delicadeza, Bellamy se inclinó y colocó a Liera en su cama, asegurándose de que la manta la cubriera bien. Lucifer le siguió y acostó a Leira con cuidado y le dio una beso en la cabeza sus niñas.

Bellamy se enderezó y miró a Lucifer, sus ojos encontrándose en un silencioso entendimiento.

-Están creciendo tan rápido... -murmuró Bellamy, con una mezcla de orgullo y nostalgia en la voz.

Lucifer asintió, acariciando la mejilla de Leira antes de tomar la mano de Bellamy.

-Lo sé. Pero siempre serán nuestras niñas -respondió en un susurro, su voz llena de promesa.

Bellamy le apretó la mano en respuesta, su sonrisa creciendo al ver la paz que irradiaba de sus hijas dormidas.

La calma en el cuarto de las pequeñas fue repentinamente interrumpida cuando Caín apareció corriendo. Con su llegada, el ambiente sereno se desvaneció, y antes de que Bellamy pudiera reaccionar, las gemelas se removieron inquietas en sus camas, despertándose con llantos desconsolados.

-¡Caín! -reprendió Bellamy a su hijo, su voz severa pero contenida, tratando de calmar a las niñas mientras las consolaba.

-Lo siento, mamá... pero es Thomasi... -dijo, su voz teñida de preocupación y urgencia, apenas audible entre los sollozos de sus hermanas.

Lucifer, que había permanecido en la puerta, vio la preocupación reflejada en el rostro de su hijo mayor y luego dirigió su mirada a su esposa. Bellamy, con una mezcla de resignación y comprensión, asintió sin decir palabra.

Sin dudarlo, Lucifer se acercó a su hijo y le puso una mano en el hombro, intentando transmitirle calma.

-Vamos, Caín. Cuéntame qué sucede con Thomasi -dijo con suavidad, pero con la firmeza de alguien que sabe cómo enfrentar cualquier situación.







Continuará......

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