Capítulo XXXIV

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Capítulo 34 |"Carne humana" 🥩|

La presa.

La traición. Nunca la esperas...es como un vendaval inesperado que arranca las raíces de la confianza dejándote en plena soledad.

La presa se encuentra en un abismo de emociones, donde la incredulidad y el dolor se entrelazan como espinas de una rosa marchita. Negra, seca y muerta.

En el corazón de la presa el mundo se desmorona. Las promesas rotas se convierten en espejismos, y la lealtad se desvanece como el suave humo de un cigarrillo. ¿Cómo pudo suceder? ¿Cómo alguien a quien amaba, en quien confiaba, se convirtió en su verdugo? ¿Cómo pudo ser tan descuidada para que los demonios la consumieran?

La traición es un cuchillo que se clava en lo más profundo de una forma dolorosa pero para nada placentera. Hace que la presa se sienta vulnerable, expuesta ante la ahora tan conocida crueldad del mundo. Las noches se vuelven insomnes, y los recuerdos se transforman en fantasmas que la persiguen sin piedad.

La ira y la tristeza se mezclan en un torbellino. La presa se pregunta si fue ingenua, si debería haber visto las señales. ¿Acaso no conocía a los demonios lo suficiente? ¿O fue su propio corazón el que la engañó?

En su dolor, la presa busca respuestas. ¿Por qué? ¿Por qué se supone que los demonios la engañan cuando se supone que le tenían confianza? La confusión se convierte en una tormenta que amenaza con arrastrarlo. Y en su búsqueda, descubre que la traición no solo afecta al presente, sino también al pasado y al futuro.

La presa se enfrenta a una elección: perdonar o vengarse. Ambas opciones son como senderos oscuros pero poderosos. ¿Puede sanar las heridas y reconstruir la confianza? ¿O se hundirá en la amargura y el resentimiento? Y mientras lucha por encontrar su equilibrio, se pregunta si alguna vez podrá volver a confiar plenamente.

Así, la traición se convierte en una cicatriz en el alma, una marca indeleble que cambia para siempre a la presa.

Ahora, cambiemos la perspectiva, veamos desde el punto de los demonios.

La traición es como un puñal afilado, se hunde en el corazón de los demonios. Es un acto que desgarra la confianza, dejando cicatrices invisibles pero profundas. Quien traiciona, a menudo, no es un villano sin alma, sino alguien atrapado en una encrucijada de deseos y miedos.

Pero ¿Por qué traicionar? Tal vez solo traicionas para causar dolor o tal vez lo haces para dar protección. Tal vez solo traicionas para ayudar o tal vez lo hagas para sentirte bien contigo mismo.

Quizás los demonios anhelan algo más allá de lo que tienen, puede ser poder o amor. En su búsqueda, se extravía, cegado por la promesa de un futuro mejor, cegado por la promesa, una promesa que tal vez no quieran revelar pero que a este punto te hace pensar ¿Ya qué? ¿Podrían lastimarme más?

La traición se convierte en un atajo tentador, una oportunidad para cambiar su destino. Pero, ¿a qué costo?

Los demonios se enfrenta a una dualidad dolorosa. Por un lado, la culpa los consume. Saben que han roto vínculos, que han herido a la presa.

Las noches se vuelven insomnes, y los recuerdos de lo que fue y lo que podría haber sido los persiguen como sombras inquietantes.

La traición no es solo un acto, sino una elección. El traidor se enfrenta a su propia humanidad fracturada. ¿Qué sacrificó? ¿Qué ganó? ¿Y quién es ahora? En la oscuridad, busca respuestas, pero solo encuentra eco.

Así, la traición se convierte en un abismo profundo. Y mientras caen, se preguntan si alguna vez podrán volver a confiar en sí mismos.

Y en ese conflicto interno, se revela la verdadera tragedia: la traición es un veneno que corroe desde adentro, dejando cicatrices en el alma.

Blue Queen [#2] [+21]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora