!No es suficiente!

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- ¡Marcia!-levanté la cabeza al escuchar la voz de Gaspar, se acercó a mí a gran velocidad, se veía preocupado- ¿Dónde está? -

- Se lo han llevado a la sala de operaciones, aun nadie ha salido a decir nada-comenté a lo que asintió sentándose a mi lado soltando un suspiro

- He llamado al padre José, viene de camino-asentí mirando a un punto fijo de la pared, no me había acordado de el, realmente no podía pensar en absolutamente nada, ni en nadie que no fuera Esteban.

Pasó alrededor de una hora y nadie salía a decirnos nada, me sentía desesperada por saber algo, el padre había llegado hace un rato junto a la pequeña Lu, había regresado del campamento y fue a recogerla, ya que había olvidado por completo su regreso.

- ¿Familiares de Esteban Lombardo? -preguntó un médico haciendo que me levanté acercándome rápidamente a él

- ¿Cómo está mi novio?—dije sin pensar

- Está estable, la extracción de las balas fue exitosa, pero perdió bastante sangre, una de las balas desgarró una arteria, tuvimos que hacerle una trasfusión, ahora está siendo trasladado a una habitación-solté el aire que estaba conteniendo

- ¿Podemos verlo?-cuestionó el padre

- Sigue anestesiado, pero sí, fue llevado a la habitación 240, si me disculpan—hizo un gesto con la cabeza marchándose.

Antes de entrar se lo ofrecí al padre y a Lucía, la pequeña estaba cansada del viaje, tenía hambre, y el hospital no era sitio para ella, mientras aproveché para ir al baño.

Al entrar en este, me miré al espejo, tenía sangre seca en el rostro, mis manos estaban también manchadas, mi respiración comenzó a agitarse, mis manos temblaban, mis lágrimas se agolparon de forma abrupta, abrí la llave del agua metiendo mis manos bajo el chorro.

Comencé a frotar mis manos con desesperación, mis lágrimas no se hicieron esperar, me incliné en el lavamanos, echándome agua mientras frotaba con fuerza, casi como si quisiera arrancarme la piel, me incorporé mirándome al espejo.

Todo había desaparecido, pero sentía como si aún la tuviera, me mordí el labio intentando dejar de llorar, pero simplemente me era imposible, casi lo perdía, vi como la vida se escapaba de él, y me sentía impotente al no poder hacer nada.

Cuando me sentí algo más calmada, volví sentándome con la mirada ausente, unos brazos me rodearon atrayéndome hacia esa persona, miré a Gaspar con tristeza, solo me abrazó con más fuerza.

A los pocos minutos un vaso con algo humeante se posicionó delante de mí, levanté la mirada encontrándome con los ojos de mi amigo que había ido por una bebida, me dedicó una pequeña sonrisa

- Toma, es un té de valeriana-

- Gracias...-me incorporé agarrándolo, regresándole la sonrisa

Al cabo de un rato salió el padre y la niña dando la noticia de que estaba despierto, aquello me llenó de alegría, el cura se ofreció a llevarse a la pequeña a la iglesia con el mientras tanto.

- ¿Por qué no has entrado tú?-preguntó Gaspar haciendo que suspirara

Pienso quedarme esta noche con él-dije mirando mi vaso vacío- Me ha dicho nuevamente que me ama-

—¿Qué?—me miró sorprendido, pero rápidamente suspiro con una pequeña sonrisa — Así que el muy idiota tuvo fuerzas para decir eso aún... ¿Le has perdonado? -cuestionó, y negué con la cabeza

- No puedo perdonarle después de todo lo que pasó

- ¿Pero estás dispuesta a hacerlo?- me quedé callada pensando en su pregunta, me repetía que no estaba dispuesta a perdonarlo, pero realmente sabía que sí, porque soy una estúpida y porque lo amaba

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