Despertar

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Abrí los ojos, sintiéndome agotada físicamente, pero en extremo satisfecha. Mi parte íntima ardía, sentía las piernas encalambradas y temblorosas, y un cansancio que me impedía levantarme de la suavidad de la cama.

No recuerdo cuántas veces Esteban me sometió a recibirlo de lleno y en unas posiciones que pusieron a prueba mi resistencia y flexibilidad.

Solo han sido dos hombres con los que he tenido sexo, pero Esteban ha sido el único de doblarme, estirarme y doblegarme a su santa voluntad, demostrando no solo el fuego que posee sino también dejando entrever que le gusta entregarse en cuerpo y alma a otra piel.

Mi primera experiencia no fue tan agradable ni tan grata de recordar, fue dolorosa. Con Iñaki siempre pensé que era único en el sexo, que era todo un hombre que sabía estudiar el cuerpo de su mujer, pero todo era una fachada para no dejar ver sus verdaderas preferencias.

Esteban me acaparó de punta a punta, llenándome como jamás lo han hecho y haciéndome sentir en la gloria, como una verdadera mujer.

-¿Lograste descansar? -escuchar su voz me recordó que seguía envuelta entre sus brazos.

—Sí, algo —giré el rostro hacia él y su sonrisa me atontó por unos segundos—. ¿Cuánto dormí? ¿Qué hora es?

—Dormiste un par de horas. Son las cinco de la mañana.

-Diablos —maldije, incorporándome en la cama de un salto, recordando que la niña puede despertar de un momento a otro—. Debo irme, tengo mucho trabajo que hacer hoy, además no quiero que Lucía nos encuentre en esta situación.

-Puedo llevarte....

—No hace falta que lo hagas —me apresuré a vestirme bajo su atenta mirada-.. soy tu vecina, vivo al frente recuerdas...

—Quiero llevarte —dijo y lo miré, sintiendo que mi corazón se aceleraba—. Pero si no quieres que lo haga, no hay problema alguno.

—Está bien, eres muy testarudo sabías-..

Se levantó de la cama, mostrando toda su desnudez y mi ser ardió de deseos ante el recuerdo de todo lo que hicimos hace unas horas. Se acercó a mí y me robó un beso de lengua sumamente delicioso.

Nos besamos largo y tendido, acariciándonos con suavidad, despertando nuestras pieles que todavía ardían de deseos y ganas, pero por más que quisiera ser sometida y devorada una vez más por él, teníamos asuntos que resolver.

—Me encantaría quedarme aquí toda la mañana — murmuré sobre su boca, deslizando mi mano por toda su extensión—, pero debo irme.

—Si me sigues tocando de esa manera no me haré responsable de lo que sea capaz de hacerte.

—¿Y si quiero que te hagas responsable?

-Ay, preciosa mía....

Solté una risita en cuanto me levantó en sus brazos y me llevó consigo al baño, donde hizo conmigo un completo desastre mientras nuestras pieles se humedecían bajo el agua.

Minutos después, nos encaminamos a mi casa. No hemos hablado de lo que sucedió ni tampoco de lo que somos. Es más, ¿el revolcón que tuvimos en qué nos convierte ahora?!

Hicimos silencio una vez más, sin saber qué más decirnos. Me siento como una adolescente, como cuando estaba frente al niño más lindo de la escuela y no hallaba la forma de decirle aunque sea un hola.

¿Y si todo queda en una simple noche de pasión? No es como que tengamos una relación establecida para seguir viéndonos, ¿o sí?

- primero que nada, quiero ofrecerte una disculpa sincera por mi comportamiento tan desagradable-.. no fuiste un juguete y nunca lo serás-... expresa mirándome fijamente a los ojos.

Volver a sonreír Donde viven las historias. Descúbrelo ahora