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Me encontraba en el rincón de la cueva, sentado en el suelo, con un bebé en mis brazos y el otro en una improvisada cuna hecha de sábanas. La fría noche había dado paso a un amanecer gris, y el frío seguía calando, pero mis pensamientos estaban centrados en los pequeños seres que ahora dependían de mí.

Mientras intentaba calmar a uno de los bebés, un movimiento en el borde de mi visión me hizo levantar la mirada. El hombre, el demonio que había estado al borde de la conciencia, estaba despertando. Sus ojos se movían lentamente, buscando entender lo que sucedía a su alrededor. La palidez de su piel era aún más notoria en contraste con las sombras de la cueva, acentuando sus rasgos marcados.

El llanto de uno de los bebés lo sacudió de su confusión. Sus ojos, oscuros y profundos, se fijaron en la fuente del sonido. El bebé lloraba en un rincón, envuelto en una manta, y yo estaba haciendo todo lo posible por calmarlo. La sorpresa en su rostro al ver al bebé era evidente, y su atención estaba completamente centrada en él.

Se acercó con movimientos cautelosos, arrodillándose frente a la improvisada cuna hecha de sábanas. Sus ojos se llenaron de una mezcla de asombro y preocupación al observar al bebé. La suavidad con la que extendió su dedo hacia el pequeño y la delicadeza de su gesto revelaban una faceta inesperada. Sus cejas, oscuras y ligeramente fruncidas, enmarcaban sus ojos con una intensidad que me era difícil ignorar. Sus labios, rectos y firmes, se curvaron ligeramente en una expresión de asombro y admiración. Era una belleza dura y enigmática, con un aire casi etéreo a pesar de su evidente agotamiento.

—¿Cómo... cómo sucedió esto? —su voz era suave y temblorosa. Al extender su dedo, el bebé lo envolvió con su pequeña mano, un gesto que hizo que sintiera un tirón en el pecho.

Observé cómo sus rasgos, aunque aún marcados por el dolor, tomaban una expresión de ternura y fascinación. La luz tenue de la cueva acentuaba la palidez de su piel y la intensidad de sus ojos, haciéndolo parecer aún más cautivador. Me di cuenta de que nunca antes había prestado atención a su apariencia con tal detalle. La belleza inesperada y la profundidad en su mirada me hicieron sentir una atracción repentina.

—Ellos... —comencé a decir, intentando mantener la calma—. Ellos nacieron esta noche.

Se inclinó aún más cerca, su rostro tan cerca del bebé que parecía temeroso de perturbarlo. La suavidad de su gesto y la forma en que sus ojos se suavizaban al mirar al bebé revelaban una nueva dimensión de su carácter. Me sorprendió lo atractivo que podía ser su presencia, y me sentí culpable por no haber notado su belleza antes. La preocupación y la ternura que mostraba ahora eran completamente diferentes de la imagen dura y distante que había tenido de él.

—Nunca imaginé... —murmuró, su voz cargada de emoción—. No sabía que esto iba a suceder.

—Estuve ocupado cuidando de ellos —respondí, intentando mantener la conversación fluida—. No sabía si volverías, pero aquí estamos.

Él asintió lentamente, sus ojos aún fijos en los bebés. Se volvió hacia mí, y por primera vez desde que despertó, sus ojos reflejaron una mezcla de gratitud y curiosidad.

—Has hecho un buen trabajo —dijo, su voz ahora más estable y calmada—. No esperaba que estuvieras tan... dedicado a ellos.

Mi sorpresa al escuchar esto fue evidente. Nunca había escuchado un elogio de su parte, y aunque sus palabras eran vagas, eran apreciables. Me hizo sentir que mi esfuerzo por cuidar a los bebés, a pesar del dolor y la fatiga, no había pasado desapercibido.

—No fue fácil —respondí, intentando mantener la conversación fluida—. Estaba preocupado por ti, y no sabía si ibas a volver a tiempo.

—Yo... estaba ocupado —dijo él, y su mirada se volvió un tanto evasiva—. Había cosas que atender, pero ahora estoy aquí.

Un silencio se instaló entre nosotros, uno que fue roto por el llanto del otro bebé. Mientras me ocupaba de calmarlo, el hombre observaba con un interés creciente.

—¿Cómo te sientes con respecto a todo esto? —le pregunté, intentando entender sus sentimientos y pensamientos—. ¿No te molesta estar aquí así, en medio de todo esto?

Él parecía pensar en mi pregunta por un momento, sus ojos fijos en los bebés.

—Es... complicado —admitió—. No esperaba tener que enfrentar esto. No esperaba ver que alguien como tú pudiera encargarse de todo esto con tanta dedicación.

Sus palabras eran un alivio en medio de la tensión. Era evidente que, a pesar de su fachada dura, había una parte de él que reconocía el esfuerzo que había puesto en cuidar de los bebés.

—No entiendo —dije, mi voz cargada de frustración—. ¿Por qué nunca te presentaste antes? ¿Por qué no me dijiste quién eres o cuál es tu intención?

Sus ojos se encontraron con los míos, y por primera vez desde que había despertado, vi una chispa de vulnerabilidad en su mirada.

—Lo siento —dijo finalmente—. No era mi intención mantenerte en la oscuridad. Hubo razones por las cuales no pude presentarme antes. Pero ahora que estás aquí, y que ellos están aquí... —su mirada se desvió hacia los bebés—. Hay cosas que debemos discutir.

Nos sumergimos en una conversación profunda sobre la situación, nuestros roles y las responsabilidades que llevábamos. Mientras hablábamos, me di cuenta de que estaba comenzando a comprender un poco más sobre él y sobre lo que había pasado la noche anterior. Era claro que había mucho más en juego de lo que inicialmente había pensado.

—Por cierto —dije, interrumpiendo nuestra conversación—, nunca me dijiste tu nombre.

La pregunta me tomó por sorpresa. No había considerado la importancia de ello, pero ahora parecía fundamental.

—Hwang HyunJin —respondió finalmente, observando mi reacción con una ligera curiosidad en sus ojos.

—HyunJin —repetí, probando el nombre como si intentara entenderlo mejor—. Bueno, yo soy Lee Felix. Supongo que era necesario que lo supieras.

La sonoridad del nombre, combinado con su presencia y apariencia, me hizo darme cuenta de lo importante que era conocerlo mejor. La culpa por no haberme interesado más en él antes me invadió, y el deseo de comprender quién era y qué papel jugaba en todo esto se hizo más fuerte.

Perspectiva de HyunJin

Despertar en medio de una escena tan inusual había sido desconcertante. La visión de este hombre cuidando a los bebés con tanta dedicación me impactó profundamente. Sus movimientos eran meticulosos, y la ternura con la que manejaba a los pequeños revelaba una profundidad que no había previsto en absoluto.

Me vi forzado a fijarme en cada detalle de su apariencia con un grado de observación que nunca antes había tenido. Felix tenía el cabello rubio, desordenado y rebelde, con mechones que caían de manera desorganizada sobre su frente. Su piel, clara y suave, contrastaba con las sombras de la cueva, resaltando aún más sus rasgos delicados. Sus ojos, grandes y de un marrón cálido, mostraban una intensidad que me resultaba cautivadora. La forma de su nariz, recta y definida, y sus labios, delgados pero expresivos, añadían un toque de vulnerabilidad a su aspecto.

Mientras me inclinaba frente a los bebés, observando cómo Felix los manejaba con tanto cuidado, me di cuenta de que nunca me había tomado el tiempo para detallar su apariencia. 

HOLOCAUSTO // HYUNLIX Donde viven las historias. Descúbrelo ahora