La vida en la cueva se había convertido en una secuencia interminable de dolor y desconcierto. La ausencia prolongada del rey demonio, que había estado fuera por más tiempo de lo que solía, sólo intensificaba la angustia de mi existencia. Sus visitas eran escasas y su comportamiento, aunque menos impredecible, seguía siendo enigmático. Mi rutina diaria se deslizaba en una monotonía desgastante, un ciclo de hambre, malestar y una creciente desesperanza que parecía no tener fin.
Mi cuerpo, ya debilitado por la fiebre recurrente y la desnutrición crónica, comenzó a manifestar nuevos y alarmantes síntomas. Los dolores en mi abdomen eran constantes, una punzada persistente que me obligaba a acurrucarme en la esquina de la cueva, tratando de encontrar alivio en una posición fetal. A veces, el malestar era tan agudo que no podía evitar gemir en silencio, mi cuerpo tratando de soportar una presión interna que parecía crecer sin razón aparente.
La comida que el demonio dejaba, aunque siempre nutritiva y reconfortante en apariencia, parecía perder su eficacia a medida que mi estado se deterioraba. El hambre que una vez fue un alivio ahora se combinaba con una aversión creciente hacia la comida, como si mi estómago se rebelara contra cualquier intento de nutrir mi cuerpo. Mis manos temblaban cuando intentaba comer, y el sabor de la comida se volvía cada vez más desagradable.
Una noche, mientras el demonio estaba ausente, me arrastré hasta el espejo de agua en el pozo. El reflejo que me devolvía el agua era el de un hombre demacrado, con los ojos hundidos y una piel pálida que contrastaba dolorosamente con el entorno oscuro y áspero de la cueva. Me senté en el suelo frío, tratando de calmar el dolor que se intensificaba en mi abdomen. La sensación de náuseas que me invadía era tan intensa que me obligó a inclinarme hacia adelante, sintiendo que el dolor punzante era una presión implacable.
El dolor en mi vientre no parecía ser simplemente una molestia estomacal; era como si algo estuviera creciendo dentro de mí, una presión interna que me llenaba de inquietud y confusión. Aunque no podía identificar claramente la causa, había una certeza dolorosa de que era algo más allá de lo común, una condición que desafiaba toda lógica.
Cuando el demonio regresó, su presencia imponente llenó la cueva con una mezcla de frialdad y autoridad. Sus pasos resonaban en el suelo de piedra mientras entraba, y su mirada penetrante recorría el espacio antes de posarse en mí. Su actitud, siempre distante y calculadora, parecía ser aún más indiferente a mi estado actual.
— No me siento bien —le dije, mi voz temblando con una mezcla de dolor y desesperación—. Algo está mal en mi cuerpo.
El demonio se detuvo en seco, girando lentamente su rostro hacia mí. Sus ojos azules, normalmente fríos y calculadores, parecieron enfocarse en un punto más allá de mi sufrimiento. Había un matiz en su expresión, una leve sombra de preocupación que, aunque difícil de discernir, era palpable.
— ¿Qué esperas que haga al respecto? —preguntó con un tono que, aunque implacable, contenía un matiz de preocupación que no podía ignorar.
— No lo sé. Necesito ayuda —respondí, mi voz quebrándose por la angustia—. El dolor... es demasiado intenso.
Su actitud cambió sutilmente mientras se acercaba a mí. Se inclinó con una mezcla de cautela y curiosidad, sus manos, usualmente frías y severas, tocaron mi abdomen con una suavidad inesperada. El contacto era sorprendentemente cálido, y por un momento, el dolor parecía ceder bajo su toque. Sin embargo, el alivio fue efímero, y el malestar regresó con la misma intensidad que antes.
— Deja de moverte —ordenó con una voz que no admitía desobediencia—. Necesito que te acuestes. El malestar podría ser una consecuencia de algo más profundo. No puedo decirte lo que está ocurriendo sin examinarte adecuadamente.
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HOLOCAUSTO // HYUNLIX
FanfictionDónde HyunJin es el rey del Inframundo, el cual está en busca de una persona completamente digna a sus caprichos que pueda concebir a su próximo heredero. O donde Lee Felix es el encargado de dar a luz a los hijos del rey demonio.