LOTUS - Los Juegos del Hambre

Capitulo 20

El palacio presidencial era imponente como todo lo que se encontraba dentro del Capitolio, siendo la máxima expresión de ostento que podría encontrarse, una mezcla de los sacrificios y vidas arruinadas dentro de todos los distritos de los que ahora después de su tour era consciente no solo sucedían en su propio distrito, pero sin duda siendo de los peores. El gran banquete frente a ella y las copas rebosantes de frutales vinos habían sido hechas con la sangre y sudor de gente como ella, pensando que si los vinos no eran tan viejos, sus propias manos pudieron haber sido las que recogieran las frutas que ahora las personas a su alrededor bebían y derramaban sin pudor alguno, sintiendo esa frustración y dolor que era expresada por el tic nervioso que desde su entrevista se había empezado a formar en su ojo izquierdo.

Si todos los meses había sentido que era una muñeca de aparador para el Capitolio, ese día lo había sentido, cuando llegó como el mar de Capitolios se abría para entre aplausos y vítores, recibirla junto con Lara, entendiendo finalmente el vestido de Cinna, siendo tan grande que las manos que se acercaban a tocarla solamente rodaban su piel, pero viendo las intenciones de los rostros no siendo para nada buenas, sintiéndose más pequeña en insegura de lo que normalmente se sentía en el Capitolio, doliéndole las mejillas de la sonrisa que tenía que mantener.

No recordaba el nombre de la mitad de las personas que se habían acercado a hablarle, pero sin duda había sentido sus pegostiosos dedos en lo poco de piel que dejaba mostrar, haciendo lo mejor posible para ser la respetuosa y bien manejada que su padre le había enseñado ser, nunca dejando que los demás vieran lo mucho que te insultaban o lastimaban, ya que si explotabas, solo les darías la razón de lo que dicen de tu gente, de lo que dicen de todos los que son de los distritos superiores, solo un montón de animales que no controlan sus impulsos.

El baile nunca había sido su fuerte, pero parecía ser todo lo que las personas querían hacer con ella, escucharlas parlotear sobre lo pesadas que eran sus perfectas y despreocupadas vidas se había convertido en su nuevo infierno personal, estando solo unos pocos escalones por debajo de la muerte de su padre y su participación en los juegos. Estaba tan sola dentro de ese lugar, asqueada de las personas y del ambiente, queriendo terminarlo todo para finalmente irse a dormir y poder regresar cuanto antes a su rutina mundana que había creado, ignorando al Capitolio hasta los próximos juegos, pero cada paso que daba sintiéndose más pesado que el anterior, no encontrando a ninguna cara amiga en el mar de personas, o al menos así fue hasta que horas después de que la noche iniciara, de la mano de una mujer mayor que por sus modificaciones corporales y chorreantes colores era nacida y criada en el Capitolio, la única persona que podía llamar amigo apareció junto a ella, Finnick dándole una sonrisa a quien se acercara a hablarle, pero buscando algo con la mirada, encontrándola cuando la encontró bailando con un chico joven en la pista de baile.

—Sin duda el trabajo como vigilante de los juegos es pesado, pero estoy seguro que puedo con ello, lo supe cuando vi en la arena, tan bella e intrépida...

—Lo siento Seneca, me encantaría seguir hablando, pero tengo que ir al baño...

—¿Necesitas ayuda? Estoy seguro que con tu vestido...— el chico de barba peculiar terminó de hablar cuando el sonido de el himno de Panem cortó la música que estaban hablando, viendo a Lara caminar apresurada con su largo cabellos para jalarla entre la gente, haciéndola que perdiera de la vista a Finnick, buscándolo con la mirada mientras caminaba entre las personas.

No lograba verlo por ningún lado, menos cuando vio el mar de gente más alta que ella elevar las manos y empezar a aplaudir, dejándola ver como había llegado al frente de la multitud, levantando la vista y viendo en el balcón al hombre cuyo olor atormentaba sus pesadillas, y como la flor en su traje alguna vez le había dado paz, ahora solo la hacía sentir pequeña e insegura.