Capitulo 2

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Dicen que en las mejores familias se comparte todo, y es no fue la excepción para su familia, sus padres ambos le pasaron el oficio de trabajar en los campos de algodón, su padre era un hombre inteligente, sabía cómo hablar con la gente para llegar a su cometido, pasándole uno de los mejores regalos que le pudo haber dado, el silencio, aprendiendo a callar cuando no era necesario hablar, aprendiendo de su alrededor y con esto consiguiendo lo que necesitara en ese momento, mientras que por otra parte, una mujer de igual o incluso mayor inteligencia, era su madre, de esta última tenía menos recuerdos de los que le gustaría, pero recordando lo básico que le había enseñado, que era lo fácil y divertido que podían ser los números, y como esos estaban en todos lados a su alrededor, en cuantos metros tenían que caminar para llegar a casa y la velocidad y longitud de sus pasos para llegar tan rápido como un animal, hasta cuanto era necesario trabajar al día sin terminar demasiado cansado como para jugar durante la hora de la cena y ser una familia feliz, o así fue hasta que Enzo nació.

—Tres minutos— escuchó detrás de ella viendo la puerta abrirse, reconociendo detrás del casco como era el esposo de la hermana de Phillip, y detrás de él aún con su hermano aún en brazos entraba el susodicho, dejando que el niño bajara y saliera corriendo a su hermana quien calló de rodillas para abrazarlo ahora con las fuerzas con las que quiso hacerlo esta mañana, tratando de tomar todo el amor que se suponía debían tener toda una vida para darse.

—No es justo, diles que estoy enfermo y me tienes que cuidar, no te puedes ir— tuvo que morder su labio con fuerza tratando de reprimir un sollozo al escuchar la voz quebrada del pequeño niño contra ella, sabiendo que si sentía que su mundo se caía frente a ella, Enzo debía sentirlo mil veces más y estar mucho más confundido por lo que le estaba pasando a su vida.

—No llores por favor, tienes que ser fuerte por favor mi— tomó todas las fuerzas que le quedaban para alejarse de él y darle la mejor expresión calmada que pudo —Voy a hacer todo lo que pueda para que no te falte nada, pero tú también tienes que ser fuerte, sigue trabajando, necesitas dinero para tus medicamentos, para comprar esa casa con ventanas y un baño.

—No puedo vivir solo en una casa, tengo 11 años— le partía su corazón como buscaba la lógica dentro de todo, incluso en un momento como ese. —Soy débil y pequeño...

—Pequeño si, débil nunca, eres la persona más fuerte que conozco, estás de pie ahora mismo, eso pide muchas bolas que yo sé que tienes— le dio la sonrisa que siempre le daba para asegurarle que todo estaba bien, siendo esa la mayor mentira que le estaba contando en su corta vida —Seré fuerte, solamente si tú eres fuerte, lo sentiré y lo sabes, somos uno mismo, ¿o no?

—Si tú lloras, yo lloro, si tú te enojas, yo me enojo...— empezó a recitar las palabras que su padre siempre solía decirle cuando tan solo era un pequeño bebé pasando por fuertes tratamientos.

—Si tú eres feliz, yo soy feliz, así que selo, por mi— la puerta se abrió, pero en lugar de un agente de la paz se trataba de su tía, quien la veía con lágrimas y enojo en los ojos.

—Más te vale no hacerle nada a mi precioso niño, tu familia de enfermos ya le hizo suficiente daño a la mía— apretó sus labios con fuerza no queriendo hacerla enojar más de lo que ya estaba por su situación, siendo en el peor de los casos que era en ese, la única persona que podía cuidar a su hermano —Vamos Enzo, regresa a tu choza— su hermano la volteo a ver volviendo a llorar haciendo que se quebrara en ese momento y se acercara a su cabello ocultando sus lágrimas.

—Se fuerte, trabaja y vive, por mi— dio un beso en su cabeza antes de empujarlo ligeramente, pidiéndole que fuera con la mujer de piel morena y esquelética complextura, siguiéndola a regañadientes y tragando cualquier lágrima o sollozo que fuera a salir de su boca, hasta la puerta cerrarse nuevamente, dejándola sola con Phillip, quien corrió a abrazarla dejándola empezar a llorar entre sus brazos con fuerza —Estoy muerta, no puedo hacer nada de esto... lo voy a dejar solo y el morirá también.

LOTUS - Los Juegos del Hambre Donde viven las historias. Descúbrelo ahora