Sus maletas y pocas pertenencias terminaron en el despacho siendo ahora un almacén del cual no tenía uso hasta ese momento, el tour fue rápido ya que al menos lo que había visto era bastante simple y parte de los sueños e ideas con los que habían crecido, la mayor sorpresa vino cuando subieron al segundo piso, siendo incluso más impactante que el primero y teniendo más habitaciones de las que habían visto juntas en su vida, 4 en su totalidad y dos tan grandes como la mitad de la casa de su tía, habitaciones que para su sorpresa ya se encontraban decoradas, la de la izquierda siendo la de su hermano, viendo como juguetes y una gran cama con adornos infantiles ya se encontraban para que el las hiciera suyas, camino a el escritorio viendo como en este se encontraba un gran ramo de rosas blancas, haciéndola tragar en seco y acercándose a estas tomando la nota que reposaba entre los pétalos.
"Un regalo de tus fieles patrocinadores"
Aunque no estaba firmada sabía de quién usaba esas flores, haciendo que una presión en su pecho se formara pensando en las últimas palabras que le había dicho, como ahora era una de sus rosas, temiendo lo que significaba eso, pero calmando ese temor al ver a su hermano emocionarse al encontrar una caja de lápices de colores en uno de los gabinetes del escritorio, viendo su gran sonrisa y olvidando todas sus dudas aunque solo fueran por unos segundos. Por sus pedidos ambos vieron la habitación continua notando que por la falta de muebles infantiles, esa debía ser su habitación, viendo un tocador junto a la ventana, encontrando el mismo ramo de rosas blancas y una bocina junto a esta, un escalofrío recorriéndola de pies a cabeza al verla, pensando en que tanto sabía el presidente de ella.
—¿Dónde dejo tus maletas?— la voz de Phillip la sacó de su temor, así como la imagen de su hermano saltando encima de su gran cama con emoción, solo señaló la puerta que debía ser el armario justo como el que la habitación de su hermano tenía, viendo al chico pasar con dos maletas y abriendo la puerta solo para soltarlas en el piso después de ver lo que había dentro —No creo que necesites tu ropa vieja— se acercó a él viendo a lo que se refería, notando como los armarios y zapateros se encontraban llenos de vestidos y altos tacones. Fue a los cajones abriéndolo y viendo que igualmente se encontraban lleno de pequeña ropa que había visto a mujeres del Capitolio usar. —Vas en serio en este cambio de imagen, ¿No?— mientras más pasaba sus mano por la ropa más notaba lo reveladora que era, ropa para nada apropiada para una chica de 16 años, pero recordando la imagen que tenía y pensando que ese era el precio que había tenido que pagar.
—Esto es demasiado, luego la revisaré y la llevaré a los centros de ayuda— le dijo cerrando el cajón con fuerza, girándose y viendo como por el estrecho lugar Phillip estaba muy cerca de ella, haciéndola levantar la mirada para poder verlo y ver cómo desde que lo había visto bajar de la camioneta que había robado de su padre, había tenido esa sonrisa boba en su rostro como si estuviera viendo algo tan increíble que no lo podía creer. —¿Qué...?
—¡Aemma, tenemos un jardín con cultivos!— antes de que pudiera preguntar más escucho a su hermano gritarle, viendo como había descubierto el pequeño huerto atrás de la casa por medio de su ventana, viéndolo bajar con rapidez de la cama y salir corriendo de la habitación.
—¿Qué le estuvieron alimentando?— le preguntó al chico frente a ella viéndolo sonreír divertido mientras parecía no encontrar las palabras, solo para salir corriendo detrás de él —¡Enzo, para!
Para sorpresa de nadie la batería de su hermano se había acabado no mucho tiempo después, terminando dormido en uno de los sofás nuevos individuales que había reclamado como suyo desde ese día hasta el final de sus días, dejando a ambos chicos solos en el pequeño comedor con la luz ya bajando del cielo indicando lo tarde que era.
—Tengo varias máquinas modernas ahí dentro de las cuales no tengo ni idea de cómo usar sin hacerlas explotar— le dijo mientras salía con una tetera metálica nueva llena de agua hirviendo y dos tazas que puso sobre la mesa de madera donde el chico se encontraba sentado en la cabecera de esta mirando por la gran ventana junto a él —Tendremos que conformarnos por uno de estos tés elegantes que encontré en la alacena.
ESTÁS LEYENDO
LOTUS - Los Juegos del Hambre
Fanfiction"Bienvenidos a los 69 Juegos del Hambre, y que la Suerte, esté siempre de su lado"