Capítulo 26

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     No se había sentido tan nervioso en su vida, ni siquiera cuando llamaron a su madre por fumar en la escuela, aunque claro, la situación actual era incomparable. Se suponía que sería sencillo, le dijeron que era entrar y salir, ni más, ni menos. Entonces ¿Por qué habían acabado las cosas así?

     — De... ¡Dennos un auto!

     Observó a uno de sus amigos, un mutante con cabeza de tiburón, quien gritaba sus exigencias desde una ventana. ¿Qué creía? ¿Qué estaban en una película acaso? Dirigió la vista hacia su brazo, convertido en navaja gracias a su Kosei y posado peligrosamente en el cuello del dependiente de la gasolinera, dándose cuenta en ese momento de que, en efecto, perfectamente podía ser una escena de película.

     — ¡Sean razonables, no tienen a donde ir!

     Siempre había sido un chico problemático, solía golpear a sus compañeros de clase y robarles su dinero, pero de ahí a estar rodeado por la policía luego de tartar de asaltar una pequeña gasolinera... debía admitir que nunca esperó que las cosas escalaran tanto.

     — ¡Si algún héroe se acerca mataremos a este tipo! ¡No estoy jugando!

     El de los gritos fue el idiota de la idea, lo conoció en primero de secundaria y desde entonces se habían dedicado a hacer cosas moralmente cuestionables juntos.

     — ¿Qué vamos a hacer? ¡Mierda, no quiero ir a la cárcel!

     Y el que dijo eso, el que había estado sollozando los últimos quince minutos, era simplemente otro imbecil que habían conocido hace pocas semanas, el cual apoyó fervientemente la idea del asalto y se derrumbó en cuanto escuchó la primera sirena.

     Los insultaba mentalmente, de los tres era el menos convencido por el plan, pero lo cierto es que quien inició la situación con rehén había sido él mismo, en cuanto vio a los policías puso su brazo navaja en el cuello del dependiente, y cabeza de tiburón simplemente le siguió la corriente.

     — ¡Habló en serio! ¡Obedezcan o este tipo se muere!

     Desde entonces estuvo desconectado de la realidad, replanteandose todas y cada una de las decisiones que tomó en su vida hasta ese momento, al menos hasta que se percató de algo raro.

     «El idiota sigue gritando, pero los policías no le responden hace un rato» y en cuánto terminó ese pensamiento, unos extraños zarcillos hechos de una masa negra rompieron las ventanas de lugar, envolviendolo en el proceso y alejando al rehén «¡Mierda!» sólo cuando el dependiente estuvo seguro fuera de la tienda, la masa negra lo soltó lanzandole al suelo.

     No había tenido tiempo de reaccionar, esos lazos de color negro se movieron a una velocidad y con una precisión tal que solo alguien con total maestría de su don podría manejar. Estaban jodidos, un héroe había llegado.

     Aun no se levantaba cuando escuchó los pasos, parecía metal chocando contra el suelo, fue entonces que alzó la mirada, lo vió, un traje negro con detalles verdes, parecía un conejo y eso tal vez le hubiera causado gracia en otra ocasión, pero no, se sentía intimidado. En algún momento la electricidad del lugar fue cortada y si a eso le sumaba la oscuridad de la noche, junto a la tenue luz de la luna, definitivamente le otorgaban un aura imponente a aquel héroe que no conocía.

     — ¡Hijo de puta!

     Cabeza de tiburón se lanzó contra el conejo, su mutación le otorgaba cierta fuerza y velocidad extra, contando además con su fuerte mordida, debería ser problemático para cualquier héroe promedio. Pero no tardó en darse cuenta de que el conejo no lo era.

《PARADOJA》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora