Capítulo 4: "Hago una llamada submarina."

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Nunca había visto el Campamento Mestizo en invierno y la visión de la nieve me sorprendió. El campamento dispone de un control climático de tipo mágico que es el último grito. Ninguna borrasca atraviesa sus límites a menos que el director en persona —el señor D— lo permita. Así pues, yo creía que haría sol y buena temperatura.

Pero no: habían dejado que cayera una ligera nevada. La pista de carreras y los campos de fresas estaban llenos de hielo. Habían decorado las cabañas con lucecitas parpadeantes similares a las navideñas, salvo que parecían bolas de fuego de verdad. También brillaban luces en el bosque. Y lo más extraño de todo: se veía el resplandor de una hoguera en la ventana del desván de la Casa Grande, donde moraba el Oráculo apresado en un cuerpo momificado. Me pregunté si el espíritu de Delfos estaría asando malvaviscos o algo por el estilo.

Había amado ya por dos años y medio ese lugar, y estar de vuelta, oh, era lo mejor. Sin embargo, estaba muy cansada como para poder deleitarme completamente con la vista. Mi paciencia también estaba andando con un nivel aún más bajo del normal. Me sentía tan cansada que quería llorar y yo odiaba llorar. Pero estaba demasiado sobregirada por todo lo que había pasado. Mi mente no podía más. El dolor de cabeza sólo aumentaba.

--- Uau --- dije al bajarme del autobús --- . Se ve como la fotografía de una postal navideña.

--- Sí, tiene su encanto --- Nico volvió a abrazarse a sí mismo al bajar del autobús, yo me quité la parka y se la di --- . An-.

--- Shhh --- lo mandé a callar y miré a Zoé cuando bajó del autobús --- . Zoë, ¿conoces a Quirón? Puedo presentartelo.

--- Conozco a Quirón --- dijo, mirando la parka sobre los hombros de Nico como si fuera una asquerosa larva --- . Dile que estaremos en la cabaña ocho. Cazadoras, siganme.

--- Les mostraré el camino. --- se ofreció Grover.

--- Ya conocemos el camino. --- respondió Thalia.

--- De verdad, no es ninguna molestia. Resulta bastante fácil perderse por aquí si no tienes... --- tropezó aparatosamente con una canoa, pero se levantó sin parar de hablar --- ... como mi viejo padre solía decir: ¡adelante!

Zoë puso los ojos en blanco, pero supongo que comprendió que no podría librarse de Grover. Thalia soltó una risita y le cedió su parka a Jason. Le despeinó sus cabellos rubios y se fue con sus amigas. Las cazadoras cargaron con sus petates y arcos, y se encaminaron hacia las cabañas. Antes de seguirlas, Bianca se acercó a su hermano y le susurró algo al oído; lo miró esperando una respuesta, pero Nico frunció el entrecejo y se volvió.

--- ¡Cuidense, guapas! --- les gritó Apolo a las cazadoras. A mí me guiñó un ojo --- . Tú, Andy, ándate con cuidado con esas profecías. Nos veremos pronto. Y... gracias.

--- ¿Qué quieres decir?.

En lugar de responder, se subió al autobús de un salto: --- ¡Nos vemos, Andy! —gritó—. ¡Y sé buena!. --- me lanzó una sonrisa maliciosa, como si supiera algo que yo ignoraba. Luego cerró las puertas y arrancó.

Tuve que protegerme con una mano mientras el carro del sol despegaba entre una oleada de calor. Cuando volví a mirar, el lago despedía una gran nube de vapor, había un cráter mucho más grande en la playa y un Maserati remontaba los bosques, cada vez más resplandeciente y más alto, hasta que se disolvió en un rayo de sol.

Pensé en el primer alumno de Apolo, tuve suerte de no haber terminado como él, lo peor que podía pasarme era ser alcanzada por un rayo en una situación como esa. Aunque el internet ansia por el tipo más cruel de diversión, en el caso hipotético de que grabaran eso, tal vez sería divertido ver a una chica cayendo envuelta en llamas y toda chamuscada del sol.

Andy Jackson y La Maldición del TitánDonde viven las historias. Descúbrelo ahora