Capítulo 6: "Mi amigo el equino."

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Luego de ser advertidos de la posibilidad de ser las víctimas de planes homicidas de padres lunáticos que atentan en contra de nuestra posible victoria, luego de quedar paranoicos y petrificados por lo que habíamos oído, luego de probablemente ser programados para tener insomnio las próximas tres semanas; lo mínimo que podía haber hecho la momia era volver andando al desván por su cuenta. Pero no. Nos tocó a Grover y a mí llevarla de vuelta. Y no creo que fuera por nuestra popularidad precisamente.

--- ¡Cuidado con la cabeza!. --- me advirtió Grover mientras subíamos las escaleras.

Demasiado tarde... ¡Paf! Le di un trompazo al rostro momificado contra el marco de la trampilla y se levantó una nube de polvo. Ambos quedamos paralizados, esperando que tal vez la momia empiece a llorar y a quejarse como un bebé, pero gracias a todos los dioses, eso no pasó y esperaba que eso no cambiara pronto.

--- ¡Vaya, hombre! --- la dejé en el suelo y miré a ver si había desperfectos --- . ¿He roto algo?.

--- No sabría decirte --- repuso Grover encogiéndose de hombros --- . Ey, mujer, ¿te hemos roto algo? ¿Necesitas ayuda? --- silencio. Grover suspiró --- . No te puedo leer la mente, chica. Eres un caso perdido.

Volvimos a levantarla y la colocamos en su taburete, los dos sudando y resoplando. ¿Quién habría dicho que una momia podía pesar tanto? En vista de lo ocurrido, parecía evidente que el Oráculo no iba a hablarme. Aun así, sentí un gran alivio cuando salimos del desván y cerramos la trampilla de un  portazo. Suelo dormir pocas horas cada noche, pero estaba segura de que iba a tener pesadillas con eso.

--- Qué asco. --- dijo Grover.

Intentaba tomarse las cosas a la ligera para animarme, pero no obstante me sentía muy abatida. Estaba el asunto de la nueva profecía del Oráculo. Era como si el espíritu de Delfos hubiese querido excluirme expresamente, como si no necesitara decirme nada pese a que yo lo necesitaba. No había hecho ni caso de mi pregunta y, en cambio, se había tomado la molestia de caminar un kilómetro para hablarle a Zoë.

Por si fuera poco, no había dicho nada de Will y/o Magnus; ni siquiera nos había dado una pista. Resoplé, yo estaba a punto de proclamar esa semana la peor semana de mi vida hasta el momento. Me froté el rostro, las puntas de mis dedos rozaron mis ojeras. A juzgar por las ojeras en el rostro de Grover, él tampoco estaba durmiendo muy bien. Eso sólo significa que esa semana también podría ser la peor semana de su vida.

--- ¿Qué crees que decidirá Quirón?. --- le pregunté a Grover.

--- Ya me gustaría saberlo --- desde la ventana del segundo piso, miró ensimismado las colinas ondulantes cubiertas de nieve --- . Ojalá estuviese ahí fuera.

--- Oh, ¿buscando a Magnus y a Will?.

Tardó un segundo en asimilar mi pregunta. Y entonces se sonrojó: --- Claro, sí. Eso también. Desde luego.

--- ¿Por qué? --- pregunté, sin dejar que él escapara de esa conversación --- . ¿En qué estabas pensando?.

Pateó el suelo con sus pezuñas: --- O-oh, bueno... En una cosa que dijo la mantícora. Eso del Gran Despertar. No puedo dejar de preguntarme... Si todos esos antiguos poderes están despertando, quizá no todos sean malos.

--- Te refieres a Pan.

Me sentí un poco estúpida: había olvidado por completo la gran ambición de Grover. El dios de la naturaleza había desaparecido hacía dos mil años. Se rumoreaba que había muerto, pero los sátiros no lo creían y estaban decididos a encontrarlo. Llevaban siglos buscando en vano, y Grover estaba convencido de que sería él quien lo lograse.

Este año, como Quirón había puesto a todos los sátiros en alerta roja para rastrear mestizos, Grover no había podido continuar su búsqueda. Y eso debía de tenerlo loco. Oh, podría decir que no sabía lo que sentía, pero lo sabía. Lo sabía. La incertidumbre. Hace dos años mi madre había sido secuestrada por Hades y ahora Will y Magnus estaban perdidos. Lo sabía. Yo sabía lo que era desear encontrar a alguien con cada célula de tu cuerpo, pero no tener la certeza de dónde hay que comenzar a buscar.

Andy Jackson y La Maldición del TitánDonde viven las historias. Descúbrelo ahora