Capítulo 10: "Grover se agencia un Lamborghini."

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Seré sincera, así que puedo decir que Jason no se separó de mí incluso dentro de la furgoneta. Nadie dijo nada, tal vez nadie ponía en duda que incluso un chico tan experimentado y fuerte como él necesitaba un descanso. No queríamos que él se excediera.

Nico no estaba herido, tenía solamente algunos rasguños y Leo también estaba en perfectas condiciones. O eso me dijeron. Estábamos cruzando el río Potomac cuando divisamos un helicóptero. Un modelo militar negro y reluciente como el que habíamos visto en Westover Hall. Venía directo hacia nosotros.

--- Han identificado la furgoneta --- advertí --- . Tenemos que abandonarla.

Zoë viró bruscamente y se metió en el carril de la izquierda. El helicóptero nos ganaba terreno: --- Quizá los militares lo derriben. --- dijo Grover, esperanzado.

--- Los militares deben de creer que es uno de los suyos. --- comentó Leo.

--- ¿Cómo se las arregla el General para utilizar mortales?. --- pregunté.

--- Son mercenarios --- repuso Zoë con amargura --- . Es repulsivo, pero muchos mortales son capaces de luchar por cualquier causa con tal de que les paguen.

--- Pero ¿es que no comprenden para quién están trabajando? --- pregunté --- . ¿No ven a los monstruos que los rodean?

Zoë meneó la cabeza: --- No sé hasta qué punto ven a través de la Niebla. Pero dudo que les importase mucho si supieran la verdad. A veces los mortales pueden ser más horribles que los monstruos.

El helicóptero seguía aproximándose. A aquel paso acabarían batiendo una marca mundial, mientras que nosotros, con el tráfico de Washington, lo teníamos más difícil. La canción de la radio tampoco ayudaba con mi estrés. Sonaba "Friday" de Rebecca Black. ¿En serio? ¿De todas las canciones?.

Jason cerró los ojos y se puso a rezar: --- Eh, papá. Un rayo nos iría de perlas ahora mismo. Por favor. --- pero el cielo permaneció gris y cubierto de nubes cargadas de aguanieve. Ni un solo indicio de una buena tormenta.

--- ¡Allí! --- señaló Nico --- . ¡En ese aparcamiento!.

--- Quedaremos acorralados. --- dijo Zoë entre dientes.

--- Zoë, por favor. --- agregó Bianca.

Zoë cruzó dos carriles y se metió en el aparcamiento de un centro comercial en la orilla sur del río. Salimos de la furgoneta y bajamos unas escaleras, siguiendo a los hermanos di Angelo. Ellos eran tan buenos en acciones ingeniosas, y no teníamos nada mejor por el momento.

--- Es una boca del metro --- informó Nico --- . Vayamos al sur. A Alexandria.

--- Cualquier dirección es buena. --- asintió Leo.

Compramos los billetes y cruzamos los torniquetes, mirando hacia atrás por si nos seguían. Unos minutos más tarde, estábamos a bordo de un tren que se dirigía al sur, lejos de la capital. Cuando salió al exterior, vimos al helicóptero volando en círculo sobre el aparcamiento. No nos seguían. Finalmente, me sentí como un estudiante de universidad cuando finalmente llegaba el viernes, infinitamente aliviada.

Grover dio un suspiro: --- Suerte que se han acordado del metro, chicos.

Bianca pareció halagada: --- Sí, bueno... Me fijé en esta estación cuando pasamos por aquí el verano pasado. Recuerdo que me llamó la atención porque no existía cuando Nico y yo vivíamos en Washington.

Grover miró a ambos adolescentes: --- Es verdad, ustedes-.

--- No importa --- Nico dijo de forma tajante --- . Sí, somos viejos, ¿y qué? El mundo no ha cambiado mucho realmente. Y nosotros tampoco... --- se interrumpió al oír el ruido del helicóptero, que fue aumentando de volumen rápidamente.

Andy Jackson y La Maldición del TitánDonde viven las historias. Descúbrelo ahora