Capítulo 15: "Encontramos al dragón del mal aliento perpetuo."

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--- Nunca llegaremos --- protestó Zoë --- . Vamos demasiado despacio. Pero tampoco podemos dejar al taurofidio.

--- Muuuuu. --- dijo Bessie, que iba nadando a nuestro lado mientras caminábamos junto a la orilla.

Habíamos dejado muy atrás el centro comercial y nos dirigíamos al Golden Gate, pero estaba mucho más lejos de lo que parecía. El sol descendía ya hacia el oeste. Ese instante deseé haber aceptado la propuesta de Apolo, eso de conducir el sol. De haberlo hecho, podría detener todo y darnos más tiempo. Pero oh, cómo es lógico, yo seguía siendo una mestiza más.

--- No lo entiendo --- dije --- . ¿Por qué tenemos que llegar a la puesta de sol?.

--- Las hespérides son las ninfas del crepúsculo --- repuso Zoë --- . Sólo podemos entrar en su jardín cuando el día da paso a la noche.

--- ¿Y si no llegamos?. --- preguntó Leo, el cual caminaba a mi lado.

--- Mañana es el solsticio de invierno. Si no llegamos hoy a la puesta de sol, habremos de esperar hasta mañana por la tarde. Y entonces la Asamblea de los Dioses habrá concluido. Tenemos que liberar a Artemisa esta noche.

«O Will y Magnus morirán.» pensé.

--- Necesitamos un auto. --- dijo Nico.

--- ¿Y Bessie?. --- pregunté.

Grover se detuvo en seco: --- ¡Tengo una idea! El taurofidio puede nadar en aguas de todo tipo, ¿no?.

--- Bueno, sí --- dije --- . Estaba en Long Island Sound. Y de repente apareció en el lago de la presa Hoover. Y ahora aquí.

--- Entonces podríamos convencerlo para que regrese a Long Island Sound --- prosiguió Grover --- . Quirón tal vez nos echaría una mano y lo trasladaría al Olimpo.

--- Pero Bessie me estaba siguiendo a mí --- dije --- . Si yo no estoy en Long Island, ¿crees que sabrá encontrar el camino?.

--- Muuu. --- mugió Bessie con tono desamparado.

--- Yo puedo mostrarle el camino --- se ofreció Grover --- . Iré con él.

Lo miré fijamente. Grover no era lo que se dice un fanático del agua. El verano anterior no se había ahogado por los pelos en el Mar de los Monstruos. No podía nadar bien con sus pezuñas de cabra. Era ilógico pese a que él era el más responsable de nosotros seis. Realmente deseé ser capaz de detener todo, o de poder hacer la diferencia para mantenernos juntos.

--- Grover...

--- Oh, Andy --- él suavizó su mirada, tal vez al poder sentir lo que yo sentía en ese momento --- . Soy el único capaz de hablar con él --- continuó --- . Es lo lógico --- se agachó y le dijo algo al oído a Bessie, que se estremeció y soltó un mugido de satisfacción --- . La bendición del Salvaje debería contribuir a que hagamos el recorrido sin problemas --- añadió Grover --- . Tú rézale a tu padre, Andy. Encárgate de que nos garantice un trayecto tranquilo a través de los mares.

Yo no acababa de ver cómo iban a llegar a nado a Long Island desde California. Aunque también era cierto que los monstruos no se desplazaban del mismo modo que los humanos. Había visto muchos ejemplos de ello. Sabía que yo era medio responsable de todo ese caos. O así me sentía. Y era lógico para mí pensar de ese modo. Pero traté de concentrarme en las olas, en el olor del océano, en el rumor de la marea. Tal vez cambiar algo era posible.

--- Padre --- musité --- , ayúdanos. Haz que Grover y el taurofidio lleguen a salvo al campamento. Protégelos en el mar.

--- Una oración como ésta requiere un sacrificio --- dijo Jason --- . Algo importante. --- reflexioné un instante y me saqué el abrigo.

Andy Jackson y La Maldición del TitánDonde viven las historias. Descúbrelo ahora