Capítulo 14: "Lucho a brazo partido con el primo malvado de Santa Claus."

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Vi a Jason volar junto a nosotros. Eso de ser hijo de Zeus tal vez te hace tener una obsesión con el cielo, o simplemente esa era una obsesión que solamente tenía Jason y el resto del linaje de Zeus jamás la tuvo. Su cabello rubio brillaba bajo la débil luz del sol invernal. Volaba a gran velocidad por un cielo despejado junto con esos ángeles metálicos.

Su remera ondeaba al viento a medida que se desplazaba con gracia y velocidad. En su espalda no había alas; su vuelo era más un acto natural, una extensión de su voluntad y esencia divina. Su expresión era serena, casi introspectiva, como si estuviera en profunda comunión con su poder y su padre. Los ángeles metálicos lo halagaban, pero Jason no parecía tener ganas de hablar. Yo lo comprendía. Por primera vez Zeus le había respondido a una de sus plegarias.

Y sé que suena raro que un dios como Zeus ame a sus hijos, suena como una locura, pero por muy poderoso que Zeus fuera, yo quería creer que en su voluntad y en su existencia era capaz de amar a su linaje, que incluso era capaz de enorgullecerse por sus acciones. Miré el cielo mientras pensaba en eso. En la complicada relación de Zeus con sus hijos.

El cielo se desplegaba inmenso y despejado, con solo algunas nubes dispersas que parecían espejismos flotando a la deriva. Cada hebra del cabello de Jason parecía atrapar y reflejar la luz, creando un halo de resplandor alrededor de su cabeza, casi se veía como una corona. Se movía por el aire con la ligereza de un halcón en pleno vuelo, un halcón obsesionado con la condena mortal de ser libre.

Sus ojos, de un azul eléctrico, brillaban con una intensidad que podía ser tanto serena como aterradora, pero que para mí era increíble. Sin embargo, no había en su expresión la dureza que uno esperaría de alguien con tal poder. En su lugar, había una calma majestuosa, una certeza de su lugar en el cosmos, como si el cielo mismo lo reconociera y lo aceptara por fin. Lo cual también fue tan increíble como el hecho de que dos ángeles de metal nos estuvieran llevando.

Él no volaba como lo haría un pájaro que depende de sus alas; no, él flotaba, deslizándose con una naturalidad que solo podía provenir de su linaje divino. De vez en cuando, una chispa de energía electrificaba el aire a su alrededor. Mientras lo veía volar, mi mente estaba en calma, pero mis sentidos estaban agudos, sintiendo cada corriente de aire, cada cambio en la temperatura. Podía sentir el ritmo de los mares y el susurro del viento, el cual me hablaba lentamente, como si me amenazara. No pude evitar erizarme al recordar la advertencia de Zeus, de que no me acercara a los cielos.

--- Me siento culpable. --- admitió Leo de repente.

La estatua nos sujetaba con fuerza; no podíamos caer, pero aun así él se aferraba a su brazo de bronce como si le fuera la vida en ello. Miré hacia abajo. A nuestros pies desfilaba a toda velocidad una cadena de  montañas nevadas. Estiré una pierna y le di una patada a la nieve de un pico.

Luego miré a Leo: --- ¿Qué?. --- ​​dije lentamente, asintiendo con la cabeza. Leo ajustó su agarre en las manos del autómata. Su mirada estaba fija en la vista de abajo: un paisaje de bosques escarpados y montañas imponentes.

--- Me siento culpable --- repitió, su tono casi en un susurro, como si le costara confesárselo a sí mismo --- . Ella está muerta.

Lo miré con lástima. He visto todas las películas que Disney ha producido y, Dios, todo parece tan hermoso desde su perspectiva. Pero nunca dicen cuán real y feroz es el mundo y qué piensan sobre él. Y saber cuánto le estaba afectando la situación a Leo era doloroso, como si estuvieran estrujando todos mis órganos internos.

--- Lo que pasó con Bianca no fue culpa de nadie.

--- Lo sé --- murmuró y luego Leo soltó una risita irónica, con un dejo de amargo sarcasmo en su tono --- . Pero cuando vi a Bianca subirse a Talos, cuando supe que ella había entrado al robot y no tú, sentí alivio.

Andy Jackson y La Maldición del TitánDonde viven las historias. Descúbrelo ahora