Capítulo 5: "Una vieja amiga muerta nos visita."

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A la mañana siguiente, después de desayunar, le conté mi sueño a mis amigos. Nos habíamos sentado en un prado nevado y mirábamos cómo los sátiros perseguían a las ninfas. Ellas habían prometido besarlos si las atrapaban, cosa que difícilmente ocurría, porque las ninfas dejaban que los sátiros se pusieran a cien y, en el último momento, se convertían en árboles cubiertos de nieve. 

Y ellos, claro, se iban de cabeza contra los troncos y se ganaban, además, el montón de nieve que se les venía encima con la sacudida. Tal vez en otra vida recibirán el amor de las ninfas, como cuando renacen siendo una petunia o un girasol.

Cuando les conté mi pesadilla, Grover empezó a retorcerse con los dedos el pelaje de la pierna: --- ¿El techo de la cueva se desmoronó sobre ellos?.

--- Exacto. ¿Qué narices creen que significa?.

Leo meneó la cabeza: --- No lo sé. Dudo que el mismísimo Sigmund Freud sepa cómo interpretar esto.

--- Pero después de lo que Zoë ha soñado... --- agregó Grover.

--- ¿Cómo? --- Nico juntó las cejas ante la mención de la Cazadora de Artemisa --- . ¿Zoë ha tenido un sueño parecido?.

--- No,... no lo sé con exactitud. Hacia las tres de la mañana se presentó en la Casa Grande diciendo que quería hablar con Quirón --- Grover siguió jugueteando con su pelaje --- . Parecía muerta de pánico.

--- Un momento, --- Jason alzó una mano, como pidiendo permiso para hablar --- ... ¿Y tú cómo lo sabes?.

Grover se sonrojó: --- Yo había, esto... acampado cerca de la cabaña de Artemisa.

--- ¿Para qué?. --- alcé una ceja.

--- Pues... para estar cerca de ellas.

--- Eres un vulgar acosador con pezuñas. --- resopló Leo.

--- ¡No es cierto! Bueno, el caso es que la seguí hasta la Casa Grande, me escondí tras un matorral y desde allí lo vi todo. Ella se enfadó muchísimo cuando Argos no la dejó pasar. Fue bastante violento.

Intenté imaginarme la escena. Argos era el jefe de seguridad del campamento: un tipo grandote y rubio, con ojos diseminados por todo el cuerpo. Raramente se dejaba ver, a menos que sucediera algo muy grave. No me habría atrevido a apostar en una pelea entre Argos y Zoë. Aunque me encantaría verla, y no se sorprendan por ello. Yo no estaba allí, pero sé que debió ser algo épico.

--- ¿Qué dijo ella?. --- pregunté.

Grover hizo una mueca: --- Bueno, cuando se enfada se pone a hablar de esa manera anticuada y no resulta fácil entenderla. Pero era algo así como que Artemisa estaba en un aprieto y que necesitaba a las cazadoras. Luego le espetó a Argos que era un patán sin seso... Creo que es un insulto. Y él llamó...

--- ¡Uf! Espera --- Nico pidió una pausa, todos la necesitábamos --- . ¿Cómo va a estar Artemisa en un aprieto?.

--- Eh... Bueno, finalmente apareció Quirón en pijama y con la cola llena de rulos...

--- ¿Se pone rulos en la cola? --- Jason trató de contener su sonrisa, por respeto, al contrario de Leo y yo. Grover se tapó la boca y palideció --- . Perdón. Continúa.

--- Bueno, Zoë le dijo que necesitaba su permiso para salir del campamento de inmediato. Pero Quirón se negó. Le recordó a Zoë que las cazadoras debían quedarse hasta recibir órdenes de Artemisa. Y ella respondió... --- Grover tragó saliva --- . Dijo: «¿Cómo vamos a recibir órdenes de Artemisa si se ha perdido?»

--- ¿Qué significa eso de «perdido»? --- Nico entrecerró sus ojos.

--- ¿Que no encuentra el camino?. --- me aventuré a preguntar.

Andy Jackson y La Maldición del TitánDonde viven las historias. Descúbrelo ahora