LA BRUJA II "LA MARCA DE LA MUERTE"

Capítulo 19 - ¿Dónde habré escuchado ese nombre?

Son horas de la tarde y nuevamente en el municipio El Piral se encuentran los señores Nicola y Richard junto con la reportera Claudia, allí el clima no es lluvioso, eso quedo atrás en el pueblo de Cainita. Los tres acaban de terminar de almorzar en la posada "Buenaventura", están debatiendo sobre todo lo que pudieron presenciar y percibir en el pueblo, además analizan el comportamiento del comisario Montero.

Todos parecen coincidir en dos aspectos primordiales de su primera visita al pueblo de Cainita: primero, ciertamente para ellos también es un lugar misterioso, sus calles son muy solitarias, el clima es terrible, las personas son muy reservadas, todo aquel que los veía hacer el recorrido en la patrulla del comisario se ocultaba de inmediato dentro de su casa; y segundo, el comisario Montero al igual que los dueños de la posada "Eterno Descanso" no les dio la impresión de ser una persona malvada, aunque su carácter es un poco más serio, creen que tal vez sea así por su ocupación de oficial de la ley, definitivamente no es alguien que refleje agresividad o signos de crueldad ante los demás.

El recorrido dejo a los tres con gran incertidumbre, además que el comisario trato en todo momento de hacerles querer olvidarse de esa zona como un posible lugar turístico, les recomendó dirigirse hacia la ciudad de San Cristóbal o en dirección contraria hasta el estado Barinas; es decir, muy lejos del pueblo de Cainita.

Lo único extraño que pudieron notar en el comisario fue que cambio su estado emocional por un breve lapso de tiempo, cuando al pasar por la entrada del sendero prohibido menciono que era muy bueno que la patrulla no se hubiese detenido allí, era como si esperara que algún inconveniente se podía o debía presentar en ese sitio en específico, luego dijo que estaba desvariando un poco.

Ahora los tres se toman un poco más de tiempo para decidir qué hacer, su próximo movimiento será clave para descubrir lo que aún desconocen.

En el pueblo de Cainita el clima no mejora para nada y la lluvia se mantiene constante, el comisario Montero mando al cabo Jasón a buscar a los sacerdotes Darío y Tomas, al igual que a Don Luis, quien nuevamente está involucrado en las cuestiones de la iglesia y la comisaria, su esposa María Rosa y su hijo Luis Junior parecen resignados a esa situación.

El comisario Montero suponiendo que puede haber un peligro con la extraña visita de la mañana pone al tanto de la situación a todos, esta vez incluye al cabo Jasón en el asunto y le pide que necesita su ayuda en esto ya que es sumamente importante prevenir nuevas víctimas en la zona.

El cabo Jasón menciono que por las descripciones físicas de esas personas, fueron los mismos que hablaron con él en la carretera principal ayer en horas de la tarde, poco antes del anochecer, y que ciertamente mostraron interés en los alrededores de la zona pero que fue él quien les comento sobre las cantidades de accidentes que ocurren, a pesar de eso no les parecieron personas extrañas ni le dieron motivos para preocuparse.

Luego el comisario Montero les platica sobre lo que vinieron hacer las tres personas en horas de la mañana, también les dice los nombres de ellos, todos guardan silencio y tratan de memorizar esos nombres, excepto el padre Darío, quien parece que tiene algo que agregar al asunto en cuestión.

El padre Darío: Con sus ojos cerrados. —Hijos discúlpenme, estoy tratando de recordar y creo que uno de esos nombres ya lo había escuchado antes pero no recuerdo con exactitud donde lo oí anteriormente y quien me lo dijo, ojala no estuviera tan anciano y agotado.

El comisario Montero: —¿Cuál de los tres nombres padre?

El padre Darío: —Richard, ese nombre sé que lo escuche no hace mucho tiempo pero por más que trato de acordarme en estos momentos no puedo hacerlo.

Don Luis: Muy tranquilo. —Padre, no será porque es un nombre muy común, tal como lo es el mío y por eso usted cree que ya lo había escuchado antes.