Capítulo 9 - 1968: A) Un joven padre Darío

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En la mañana de un día lluvioso en el pueblo de Cainita cuyas calles son de tierra y piedra viene ingresando un camión, en la parte de atrás sobre la plataforma del vehículo se encuentra un hombre de 29 años, trae consigo equipaje y se está mojando pero el optimismo de su llegada lo mantiene de buen humor, se le nota un poco de alegría y entusiasmo. El camión se detiene en lo que es la construcción de una plaza pública.

A pesar de estarse mojando con la lluvia el hombre se baja por las barandas del camión con una sonrisa en su rostro, después se acerca a la ventana del conductor del vehículo y este le señala con su brazo extendido en dirección a la iglesia. Luego el hombre desconocido hasta ahora corre hasta la iglesia, la lluvia sigue cayendo sobre su cuerpo y parece que lo está disfrutando ya que mientras está corriendo lo hace sonriendo, algunos pobladores lo están observando desde las ventanas de sus casas y se preguntan ¿Quién es ese extraño qué corre hacia la iglesia de Cainita?

El hombre desconocido continuo corriendo bajo la lluvia con su equipaje y su alegría, cuando por fin llega a la iglesia empieza a tocar su puerta varias veces hasta que de allí por fin sale el padre Ignacio.

El padre Ignacio ha sido hasta ahora el único sacerdote que se estableció de forma permanente como la principal autoridad de la nueva iglesia en el pueblo de Cainita, desde el derrumbe de la iglesia original en 1914 o como se le conoce después de la construcción de la nueva, la antigua iglesia, llegó en 1929, es decir ya tiene treinta y nueve años en la zona.

Los pobladores de Cainita guardan cierto resentimiento con el padre Ignacio por los acontecimientos que sucedieron luego del derrumbe de la antigua iglesia en 1914, hecho que produjo muchas desgracias empezando por la muerte y desaparición del tan querido padre Miguel, continuo con años de abandono por parte de las autoridades eclesiásticas lo que hizo que la situación durante varios años no fuera buena.

La antigua iglesia sucumbió ante la fuerte corriente del río Acuario en septiembre de 1914, lo que ocasiono un luto muy sentido por parte de la población de Cainita, ciertamente el padre Miguel fue muy apreciado y estimado por todos los residentes. Para empeorar las cosas, los constantes intentos fallidos por reconstruir la antigua iglesia en el mismo lugar duraron ocho años, hasta que por fin desistieron de esa idea y decidieron hacerlo en otro lugar, en un sitio mucho más distanciado del río Acuario.

Los problemas entre los residentes de Cainita y las autoridades de la iglesia continuaron cuando la construcción de la nueva iglesia duro cinco años más para su terminación, por lo tanto entre septiembre de 1914 y agosto de 1927 no hubo iglesia ni autoridad eclesiástica en el pueblo, fueron trece años de esa forma, eso cambio para siempre el modo en que los habitantes sentían devoción por la Iglesia Católica ya que para ellos la religión era algo sumamente importante.

Los habitantes de Cainita que vivieron durante esa época de trece años sin iglesia en su pueblo consideraron que fueron abandonados por las autoridades de la Iglesia Católica, además otro hecho que agravo más la delicada situación fue que una vez que terminaron la edificación de la nueva iglesia en agosto de 1927, no se estableció un sacerdote fijo en Cainita, por si fuera poco el tiempo sin iglesia en el pueblo se le suma un período de dos años de incertidumbre sin un párroco consolidado.

Durante el lapso de más de dos años comprendido entre agosto de 1927 y octubre de 1929, los sacerdotes que asistían a dar la misa en la nueva iglesia de Cainita lo hicieron de forma intermitente, incluso el padre Ignacio fue uno de esos sacerdotes que estuvo de esa forma, lo cual hizo que los residentes le tenga cierto recelo hasta el día de hoy, y es por eso que su legitimidad como autoridad de la iglesia inicia en 1929.

El padre Ignacio tiene 64 años de vida, a pesar de tener treinta y nueve años ininterrumpidos en Cainita las personas del pueblo no le demuestran mucho afecto, los residentes van a misa todos los domingos pero no le ofrecen un trato muy amistoso ni tampoco de gran confianza, ambas partes se acostumbraron a mantener esa distancia, por lo tanto nadie hace grandes esfuerzos por cambiar esa situación, la resignación a ese hecho es total.

LA BRUJA II "LA MARCA DE LA MUERTE"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora