–Tal vez deberíamos ir por Navidad, Ron– suspiró Hermione, mirando a Ron, que en ese momento estaba bebiendo de su muy costosa botella de brandy. –Ginny dijo que es muy divertido.
–Pasaste el día en su casa. Toma ese caos, añade siete niños más, además de los que ya conociste, todos los cuales probablemente tendrán padres que estarán borrachos por necesidad, añade montones de azúcar y regalos– dijo Ron, tomando un trago de la botella–, y eso es la Navidad en la Madriguera. Oh, espera, olvidé la estrella en el árbol: mi madre estará allí.
Hermione suspiró y apartó la mirada de él, volviendo a su trabajo en el hechizo de protección para Harry. Tenía papeles y libros esparcidos por la mesa del comedor de Ron ahora que los gemelos y Philip se habían ido a la cama, y estaba intentando trabajar. Pero algo sobre Ron la distraía, sentado al otro extremo de la mesa, aparentemente trabajando en algún tipo de proyecto misterioso. Tenía enormes rollos de pergamino extendidos y, al parecer, fumaba sin parar mientras hacía cualquier tipo de papeleo; desde que los niños se habían ido a la cama, no había dejado de fumar... ni de beber.
–Creo que bebes demasiado– susurró Hermione, y Ron detuvo lo que estaba dibujando, mirándola con incredulidad. Ella lo miró desafiante. –Pues, lo creo.
Él volvió a su trabajo, dando una larga calada a su cigarrillo. –Supongo que no me importa lo que pienses.
Hermione lo miró con enfado mientras él volvía a lo que estaba haciendo. Tomó otro trago de la botella mientras se inclinaba más cerca para estudiar el pergamino y luego tachó algo.
–¿Qué se supone que significa eso?
–¿Eh?– preguntó Ron, levantando la cabeza, con el cigarrillo en la boca.
–Que no te importa lo que pienso– aclaró Hermione. –¿Qué se supone que significa eso?
–Significa, Hermione– dijo Ron, golpeando su cigarrillo contra el cenicero–, que has dejado claro que no quieres casarte conmigo y, por lo tanto, no necesito intentar ser un mejor hombre porque no te importaría si lo fuera.
Hermione suspiró, cerrando su libro de golpe. –Ya creo que eres un buen hombre. ¡Mi preocupación es por tu salud!
–Eso es conmovedor– dijo Ron, tomando otro largo trago.
–¿Entonces, qué? ¿Vas a alienar a tu familia?– preguntó Hermione, aún mirándolo con enfado a pesar de que él seguía trabajando. –¿Y beber y fumar hasta la muerte?
–Sí, ese parece un buen plan.
Hermione soltó un pequeño grito de frustración. –¿Por qué me estás bloqueando? ¿Por qué no hablas conmigo?
Ron se rió. –Vaya, Hermione, la lista es tan larga que no sé por dónde empezar.
–Bien– dijo Hermione, sintiéndose frustrada y rota. –Blóqueame también a mí. Alíéname a mí también.
–No necesito alienarte– dijo Ron, levantando la cabeza para darle una sonrisa sombría. –Eso lo hiciste tú solita.
–¿Por qué estás haciendo esto?– espetó Hermione, intentando mantener la voz baja. –Íbamos... mejor, y ahora estás volviendo a ser horrible.
Ron tiró la pluma y pasó ambas manos por su rostro y luego por su cabello. –Solo estoy teniendo una mala noche. Ve a la cama e ignórame y mañana estaré bien.
–No quiero ignorarte– susurró ella. –Quiero saber por qué estás teniendo una mala noche. Quiero que me hables.
–Estoy estresado hasta la maldita médula, Hermione– ladró Ron y luego tomó otro trago de la botella antes de dejarla y mirarla. –Estoy bebiendo porque me ayuda. Estoy fumando porque me ayuda. Estoy sentado aquí intentando trabajar en los planos de la casa de Ginny porque me ayuda. Y, sin embargo, no está ayudando porque es tanto que siento que me estoy muriendo por dentro. ¿Estás feliz? ¿Te sientes mejor sabiendo eso?
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Más que Recuerdos (Romione)
RomantizmUna noche que comienza infligiendo el dolor y el horror de la guerra termina de una forma que Ron nunca había esperado. Una historia de amor que resiste la prueba del tiempo, y de una pasión innegable, incluso ante una traición desgarradora. Escrito...