CHAPTER XLVI

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BILLIE POINT OF VIEW

Me acurruco en mi cama, entre las suaves sabanas, las cuales empezaban a causarme molestia interior debido a todo el tiempo que pasaba postrada sobre ellas.

Las temperaturas en Los Ángeles eran elevadas día y noche, pero yo siempre tenía frio, o al menos últimamente.

Desgraciadamente estaba contagiada con la muy tediosa gripe, y confinada por mí misma en la habitación que tenía en casa de mis padres.

Prohibiéndole la entrada a todo mundo.

¿Dónde me había contagiado? No tengo puta idea, pero agradecía que mi familia estaba bien, eso era una señal de que ellos no habían sido quienes me contagiaron este martirio, sino uno de mis idiotas amigos que no se había protegido y había tenido la audacia de visitar a pesar de las restricciones que se suponía que debía tomar.

Mi cabeza latía todo el tiempo, la fiebre y el dolor físico no eran algo fácil de tolerar, pero estaban dentro de los síntomas normales, nada para morir.

Al menos no físicamente, ya que mentalmente si lo estaba haciendo, cada pequeño rayo de luz, o bombilla me hacían tener ganas de romper cosas.

Eso significaba que no usaba mucho mi celular, ni el televisor, o la computadora... Nada en general.

Aunque ________ y yo habíamos decidido hacer una excepción esta noche.

________ también había terminado contagiada, gracias a sus padres, aunque ellos ya estaban bien, y por suerte ella estaba mejor que hace unas semanas.

El resplandor bajo de mi computadora era lo único que alumbraba mi habitación, era jodido, pero necesitaba ver a ________, mi necesidad era más fuerte que cualquier síntoma.

Cuando los tonos de llamada empezaron a sonar, ella me respondió inmediatamente, estaba recostada en propia cama, con las mejillas ligeramente rosadas y sus labios húmedos.

Realmente me alegraba verla, su cabello estaba desordenado, como si acabara de levantarse de una siesta, pero sus ojos brillaban, incluso a través de la pantalla.

-Hey... -murmuré, y me moví ligeramente, boca abajo en la cama entre suspiros y pequeños toses.

-Hey tú... ¿Cómo estás? -pregunta con voz suave, aunque sabe que la respuesta no sería la mejor.

Pero igual dejo escapar un sonido entre una risa débil y un quejido, hundiendo mi cara en una almohada por un momento antes de volver a mirarla.

-Podría estar mejor... Pero verte mejora todo un poco.

-Ojalá pudiera cuidarte ahora... Hacerte una sopa, o algo... -sonríe con ternura, pero podía ver la preocupación en la pantalla. .

-Me encantaría... -respondo y me acerco más a la pantalla, como si reducir esa distancia me haría sentir un poco más menos sola- ¿Tu cómo te sientes?

-Mejor, enserio... Creo que la peor parte ya pasó -su tono alegre es opacado por los mocos en su nariz, pero el tinte de alivio se notaba.

Aún recuerdo cuando se animó a contarme que estaba enferma, su voz se había mantenido baja y temblorosa en las llamadas antes a esa, pero lo atribuía al cansancio.

Cuando finalmente se sinceró, se rompió, hablar de ello la hizo entrar en pánico, estaba asustada, y aunque ella se esforzó por mantenerse calmada para mí, incluso por intentar mantenerme animada y alentada, se desmoronó en frente de mí, haciendo que yo también lo estuviera.

Recuerdo su llamada en medio de la noche, llorando en silencio, asustada debido a sus fiebre elevadísima y los malestares que acompañaban la maldita gripe... Era una llamada que nunca olvidaría.

My Strange Addiction | Billie Eilish G!PDonde viven las historias. Descúbrelo ahora