+Capítulo 19+ Yoongi

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A la tarde siguiente, me senté en el banco del pasillo fuera del aula de la clase de Jimin, encogiéndome cuando su furioso rugido hizo sonar la puerta

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A la tarde siguiente, me senté en el banco del pasillo fuera del aula de la clase de Jimin, encogiéndome cuando su furioso rugido hizo sonar la puerta.

Por una vez, no era yo quien recibía su ira. Para ser sincero, me sorprendió saber quién había acabado ganándose su castigo. Después de las descaradas amenazas de Nayoung, sabía en mis entrañas que había sido ella quien había dejado la caja de zapatos en mi cama la noche anterior. Pero Jimin era minucioso y había pasado la mañana interrogando a todas y cada una de las chicas.

En pocos minutos en la silla de interrogatorio, Maddie había chillado y confesado su deseo de infligirme un castigo. Daniel había roto con ella y de alguna manera, eso tenía que ser culpa mía. Ni siquiera sabía que salían cuando él me invitó al Baile de Invierno. No había nada entre él y yo. Me enviaba mensajes de texto a veces, pero no eran demasiado coquetos. No podía imaginar que sintiera algún tipo de conexión entre nosotros. Seguro que no.

Pero eso no ayudaba a Maddie. Había perdido la cabeza, y tal como Felix había adivinado, le había pedido a su hermana mayor que recogiera el animal atropellado y se lo llevara durante el fin de semana. Mis preocupaciones sobre cómo se castigaría a Maddie se desvanecieron en el momento en que aparecieron sus padres. Recogieron su dormitorio, y tan pronto como Jimin terminara de darle sus azotes verbales, se la llevarían a casa.

El la había expulsado.

Sentí celos de que pudiera irse. No me parecía justo. Pero también me sentí aliviado. No quería dormir al final del pasillo de alguien que usaba animales muertos como amenaza. Era demasiado.

La puerta se abrió y Jimin asomó la cabeza. —Estamos listos para ti.

Me habían llamado para que viniera, para que esperara. ¿Para qué? No lo sabía. Sólo quería dejar atrás toda esta pesadilla. Siguiéndolo en el aula, inmediatamente vi a la pelirroja en la primera fila. Las lágrimas empapaban el pálido rostro de la chica. Tenía la barbilla encogida en el pecho y los dedos apretados en el regazo.

Un hombre y una mujer mayores, presumiblemente sus padres, estaban de pie a un lado, mirándome con expresiones recelosas.

—Maddie. —señalo el rubio a mi lado, cruzando las manos detrás suyo, con las piernas en la postura que mostraba tan elocuentemente su poder. Mirarlo era un tormento crudo y delicioso. Adictivo, doloroso y constante. Maddie se puso en pie y arrastró de mala gana su mirada hacia la mía.

—Hola, Yoongi. Yo... —su respiración se agitó mientras robaba una mirada a Jimin y volvía a mirarme. —Mi comportamiento rencoroso y mi trato bilioso hacia ti son imperdonables. Siento haberte hecho daño, y sólo pensaré en tu dolor durante mis cien horas de servicio comunitario.

Vaya. Eso era... algo. Pronunciado en un tono inalterable con verborrea adulta, apestaba al entrenamiento de Jimin. Incluso si no quiso decir una palabra de ello, aprecié la información. Además de ser expulsada, parecía que éste le había impuesto una penitencia infernal por su confesión. ¿Cien horas de servicio comunitario? Dios mío, era un sádico.

PECADO - JIMSUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora