+Capítulo 18+ Jimin

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Cuando salimos, la tormenta ya se había ido, dejando un gélido frío en el aire que funcionaría bien para aclarar mi mente

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Cuando salimos, la tormenta ya se había ido, dejando un gélido frío en el aire que funcionaría bien para aclarar mi mente. Cargando las mantas, llevé a Yoongi a mi auto. Un viejo sedán modelo básico. Sin opciones. Lo más bajo de lo bajo. Nada como los autos de lujo que tenía en Nueva York. La caja de hojalata era perfecta para mí.

Yoongi no le dedicó ni una sola mirada mientras se deslizaba en el asiento delantero. Las zarigüeyas absorbían toda su atención. Durante el viaje, acarició y jugó con sus orejas y colas. Lo dejé, sabiendo que estos eran sus últimos momentos con ellas.

Veinte minutos más tarde, aparqué a lo largo del camino de grava que conducía a la entrada del parque estatal. —¿Listo? —me gire en la oscuridad para encararlo. Él miró a los animales en su regazo. Su pecho se elevó con una pesada respiración, pero no lloró. En cambio, asintió con la cabeza y una pequeña sonrisa en sus labios.

Envueltos en mantas y escoltados por la luz de la luna, entramos al camino con nuestros zapatos empapados y ropa helada. Mi aliento formó bocanadas de vaho blanco, y mis dedos estaban tan fríos que se habían entumecido. Pero estaba en paz. Sin cargas. Tranquilo. Esta profunda y genuina sensación de felicidad era nueva para mí. Ni siquiera podía recordar haberme sentido tan contento.

Tenía todo que ver con Yoongi.

En el transcurso de seis semanas, se había convertido en una presencia codiciada. Ansiosamente esperaba cada palabra de su boca. Esperaba ver la ferocidad en sus ojos. Contaba los segundos hasta que respondía con otra réplica ingeniosa. 

Mientras bajaba las zarigüeyas al suelo y las convencía de ir al bosque, me di cuenta de que este era el lado de el que más apreciaba. Con la guardia baja el era un ángel más allá de su forma astral. Su poder venía de su gracia interior y compasión. Cuando no estaba tratando de armar el infierno en mi salón de clases, era innato, total y profundamente puro de corazón. Donde yo era una casa de huesos fría y vacía, Yoongi era un vasto prado resplandeciente de flores con aroma a limón y abejas.

Él era todo lo que yo no era.

Nunca había estado tan obsesionado con alguien, y eso me ponía muy nervioso. Yoongi era lo suficientemente inteligente, fuerte y obstinado como para perforar mi exterior. Demonios, él era la única persona que podía entenderme y aceptarme por quien yo era.

Temía eso de él. No podría detener esto. Pero para protegerlo de mí, iba a jodidamente intentarlo.

Cuando las zarigüeyas partieron hacia la oscuridad, se paró a mi lado, viéndolas desaparecer gradualmente. Les lanzó un beso, un gesto de manos e inclinó el rostro hacia el cielo nocturno, soltando una risa alegre. Una despedida mucho mejor que una caja de zapatos y un túmulo funerario. Le di el tiempo que necesitaba, de pie en silencio cerca de él y absorbiendo su belleza en mi periferia. Abrazamos las mantas alrededor de nuestros hombros, con nuestros brazos rozándose, los de Yoongi temblaron de frío. Sin pensar, lo apreté contra mí, pecho contra pecho, envolviéndolo en lana y calor corporal.

PECADO - JIMSUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora