+Capitulo 31+ Jimin

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Muy pocos residentes transitaban por el pueblo durante las fiestas, pero no podía arriesgarme a que alguien me viera partir con el hijo menor de Min Hyori

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Muy pocos residentes transitaban por el pueblo durante las fiestas, pero no podía arriesgarme a que alguien me viera partir con el hijo menor de Min Hyori. Así que lo metí en un taxi, lo envié a las Montañas sin mí y luego esperé unas agonizantes tres horas.

Durante ese tiempo, podría haber cambiado de opinión. Podría haber tomado una docena de decisiones diferentes que no fundieran su destino con el mío. Pero no lo hice. No podía. Esto estaba sucediendo. No porque lo hubiera planeado. Sino porque estaba destinado. Éramos inevitables.

Ser sacerdote no era mi vocación, no tuve un llamado de vocación. Ahora me daba cuenta de que había sido llamado para ser suyo. No me importaba si se trataba de una casualidad, de la voluntad de Dios, de un decreto divino o de una maldita alineación cósmica. No necesitaba una explicación para estar con Yoongi. Al igual que no necesitaba una explicación para respirar. Hacía ambas cosas por instinto.

Nadie en el pueblo fue testigo de su partida. Y tres horas después, tampoco había nadie para verme partir. Envié mensajes de texto a Namjoon y a algunos miembros de la facultad, haciéndoles saber que había decidido ir a mi cabaña durante el resto de las vacaciones. No es raro, ya que pasaba los veranos y la mayoría de las vacaciones allí. En el camino, me detuve en un pequeño pueblo y compré alimentos para un par de semanas. Un par de semanas con Yoongi solo para mí.

Mi polla ya estaba dura, y se mantuvo así durante la hora de viaje.

La llegada del crepúsculo envolvió en oscuridad la sinuosa y boscosa carretera. Pero yo conocía cada curva y cada inclinación. Compré este terreno hace nueve años y renové la cabaña de madera. En aquel momento de mi vida, necesitaba el aislamiento. No confiaba en mí mismo al rededor de la gente y no sabía cómo me resultaría ser sacerdote. Estaba de más decir que el collar no había desvanecido la crueldad que llevaba dentro. Pero me había enseñado a controlarla.

Conduje el auto hasta el último camino de tierra y conduje con cuidado por la empinada colina hasta la cabaña. En cuanto estacioné y apagué el motor, se abrió la puerta principal.

Yoongi salió, desplazándose sobre el porche como si se tratase de de un ángel flotando a mi alrededor.

Maldita sea. Estaba tan jodido.

Era el príncipe de Bishop's Landing, nacido de prados verdes ondulados y de un dinero manchado de sangre. Los Min habían mantenido su monopolio a través de generaciones de herencia, nepotismo y matrimonios mixtos entre las familias gobernantes. Pero el doncel de mi porche no era como ellos. El no encajaba.

Era demasiado puro. Demasiado celestial. Iluminado por la luz de la luna, su cabello oscuro y su piel blanca brillaban resplandecientes.

Cuando se acercó a mí a través de la nieve, mis dedos se apretaron en el volante y mis ojos siguieron su figura delicada y grácilmente seductora. Se había puesto una camiseta fina. El frío gélido vaporizaba su aliento y pintaba de un sutil rosa los bordes de su piel.

PECADO - JIMSUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora