+Capítulo 28+ Yoongi

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—¡Jimin! ¡Ahh! —me agarré al puño en mi cabello y me giré, encontrándome frente a frente con la ira del infierno

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—¡Jimin! ¡Ahh! —me agarré al puño en mi cabello y me giré, encontrándome frente a frente con la ira del infierno.

Llegó a mí con el caos en su sangre y la destrucción en su voz. —Él nunca te tocará. Ni él, ni nadie. —sus músculos se tensaron. —¡¿He sido claro?!

—Oh, estás siendo locamente claro. Loco es la palabra clave. —joder, lucia enfadado, enfurecido. Nunca lo había visto tan desquiciado como para no ser consciente de sus actos. Estábamos en la iglesia, ¡En el maldito confesionario!, por el amor de Dios, y se había colado como un cavernícola que se golpea el pecho y agarra por los pelos. No había nadie en la iglesia cuando llegué, pero ¿Y si alguien entraba después?

—Espero que nadie haya presenciado tu dramática entrada en mi cabina. —impulsé mi mano hacia la puerta para comprobarlo. Se me adelantó, abriéndola lo suficiente como para ver el exterior antes de volver a cerrarla. —La iglesia está vacía. ¿Quién te acompañó hasta aquí?

—El Padre Inho. Corrió al teatro para hacer algo en la sala de música. Jimin, necesitamos...

Arrodíllate.

Mierda.

Una palabra, una sola orden, y estaba temblando. Poseído.

Fue mi inquebrantable necesidad de él lo que me hizo inclinarme hacia el suelo. Me había arrodillado por él de todas las maneras posibles en los últimos cuatro meses, pero esto era diferente. Esta vez podría ver su polla, tocarla, rodearla con mis labios. No tenía que decir nada. Vi el dominio y la lujuria implacable en sus ojos.

Su respiración era estruendosa, fuerte y explosiva, cargando el aire y obligando a mi corazón y mis pulmones a trabajar más rápido. Una luz tenue se filtraba por debajo de la puerta y en algún lugar del techo, permitiéndome ver las sombras de sus severas facciones y las manos a los lados de su cuerpo.

De pie ante mí, se abrió el cinturón, bajando su cremallera. Entonces, antes de que pudiera parpadear, tenía su polla en la mano. Dura y larga, dominaba el espacio entre nosotros, parada justo en mi rostro, a milímetros de mi boca. Había esperado tanto tiempo para ver esto, y todo lo que podía hacer era mirar. Estaba tan bien formada. Rígida. Gruesa. Más gruesa que cualquier otra polla que hubiera visto.

Mi pulso se estremeció y saltó. Separé los labios, deseando besar, lamer y tomarme mi tiempo. Pero Jimin no me dio ninguna oportunidad. Con una mano despiadada en mi nuca y un brusco movimiento de sus caderas, se clavó en mi garganta.

Me atraganté, me ahogué, y ¡Oh Dios mío! Dios mío, era enorme. Mis manos volaron hacia los lados, buscando algo a lo que agarrarme mientras él empujaba más profundamente en mis vías respiratorias, expulsando el oxígeno de mi cuerpo. No podía respirar. Intenté acomodarme, pero la mano que tenía en la cabeza se cerró en un puño en mi cabello. Su otra mano me agarró por el cuello, manteniéndome inmóvil, haciéndome soportar cada centímetro de su rabia.

PECADO - JIMSUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora