+Capítulo 25+ Jimin

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Yoongi, con su brillante atuendo azul a la medida había sido un espectáculo impresionante, pero ¿Yoongi ahora? ¿De pie ante mí en nada más que su piel blanca y sus bordes rosados?

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Yoongi, con su brillante atuendo azul a la medida había sido un espectáculo impresionante, pero ¿Yoongi ahora? ¿De pie ante mí en nada más que su piel blanca y sus bordes rosados?

Que Dios me ayude.

—Eres más exquisito de lo que nunca imaginé. —murmuré contra la piel de su delicado y agraciado cuello. Se acercó a mi ronco susurro, levantándose en la punta de sus pies, con los dedos estirados sobre mis hombros. Yo era un bastardo, haciéndolo esperar por un cumplido. No era de los que ofrecían elogios con facilidad, pero con el, derramaría las verdades de mi alma.

—Mis pechos son planos, no soy igual a una mujer.. —se miró el pecho y se rió de sí mismo, con los ojos bailando de alegría. No es que se estuviera menospreciando a sí mismo, simplemente era una observación.

—Son elegantes. —apoyé mis palmas en sus costillas, justo debajo de sus pequeños pezones. —Bellamente proporcionados.. —susurré, con el calor apoderandose de mi ingle al momento de recorrer mis pulgares por sobre piel impecable de sus delicados botones rosas. —Suaves como el satén, con una belleza inmaculada.

—Jimin. —su respiración se estremeció. Las pequeñas protuberancias se endurecieron bajo mi contacto, endureciendo mi polla. Dios, perdóname. Me arrodillé y acaricié con mis labios la forma divina de su figura. Era una fantasía de extremidades flexibles y curvas elegantes. Angelical. Moldeable. Hombros rectos. Caderas estrechas. Tez de porcelana. Ni una peca ni una mancha.

Mientras yo estudiaba su cuerpo, sus manos viajaban hacia el norte a lo largo de mi nuca, explorando, burlándose. —He querido sentir tu cabello durante mucho tiempo.. —enredó sus dedos en mis rubias hebras. Su abdomen plano se estremecía bajo mi boca mientras yo mordía y lamía más y más abajo, con mis pantalones cada vez más apretados. Lo volteé de espaldas a mí, admirando su lindo culo y la curva de su espalda que me volvía loco.

Él no debería estar aquí. Necesitaba parar, pero mis manos y mis labios siguieron moviéndose hasta llegar a sus nalgas. Las separe, percibiendo el aroma dolorosamente tentador de su lubricante natural, paralizante, que me robaba las neuronas. Pasé los dedos alrededor del pequeño agujero y Yoongi jadeó, quedándose quieto. Luego inclinó sus caderas hacia mi contacto, buscando fricción, exigiéndome. Sexy. Tan malditamente travieso.

Aparté la mano, intentando que se mantuviera quieto.

Para mi no sorpresa dirigió sus propios dedos a su culo, insertándolos de a poco. Mi polla ansiaba estar donde estaba su mano, envuelta en su calor apretado, sumergida en su humedad. Agarré su brazo y lo moví.

—¿Te masturbas? —inquirí, con tensión en mi voz. Él me ignoró y empezó a buscar su agujero de nuevo.

—¿Está prohibido?  —la diversión y la burla en su tono me encendieron y enfurecieron al mismo tiempo. La vez que dijo que se tocaba todas las noches no pensé que hablase en serio. 

PECADO - JIMSUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora