+Capitulo Final+ Yoongi

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Una sensación de falta de aire me recorrió, hormigueando mis extremidades

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Una sensación de falta de aire me recorrió, hormigueando mis extremidades. ¿Esto estaba ocurriendo realmente? Muchas preguntas revoloteaban en mi cabeza. No sabía por dónde empezar.

Me encontré con los ojos de Jimin. ¿Cuándo dejará de saltar mi corazón al verlo? 

—¿Sigues siendo sacerdote?

—Dejé oficialmente el sacerdocio hace un mes. Pero tú y yo sabemos que lo dejé mucho antes. —contestó. Me recorrió un estremecimiento y miré alrededor de la sala, observando todas las expresiones de expectación.

—¿Todos lo sabían menos yo? —indague, observando los rostros que ahora parecían más relajados que hace una hora.

—Anoche se lo dije a tus hermanos. —mi madre ladeó la cabeza. —Ellos conocen tu historia con Jimin.

—¿Por qué nadie me dijo?

—Jimin pidió que esperáramos hasta hoy.

¿Y ella lo escuchó?, ¿Qué mundo era este?

Me giré, absorbiendo el brillo magnético de sus profundos ojos. Me miraba tan intensamente, tan desconcertantemente concentrado en cada uno de mis movimientos. Y ahí estaba mi respuesta. Quería ver mi expresión cuando me enterara del nuevo contrato. Quería estar seguro de que yo lo aprobaba. Que lo amaba.

—¿Me estás pidiendo que me case contigo? —toque la línea de la firma, con el pulso cada vez más acelerado.

—No, joven Min. —extendió su bolígrafo hacia mi mano. —Lo estoy exigiendo.

El latido de mi corazón se convirtió en un ruido sordo en todo mi cuerpo cuando todo lo que había dentro de mí resucitó con energía y vida.

—Tienes suerte de que me guste que me mandes. —reí, aceptando el bolígrafo. Las palabras se desdibujaron entre lágrimas mientras firmaba.

Firmó después de mí.

—Está hecho, Yoongi. —el alivio en su voz fue palpable. Lo sentí. Me deleité en él.

Cuando la sala empezó a despejarse, me agarró de la mano y me puso de pie, entrelazando nuestros dedos en una promesa silenciosa. No me iba a dejar ir. Ni ahora. Ni nunca.

Mis hermanos me abrazaron al salir. Los Kang y su personal se despidieron. Entonces se acercó mi madre.

Hace seis meses, había enviado a su secuaz a eliminar a Jimin. Ahora estaba construyendo un futuro con él. Pero ella había conseguido lo que quería. Una fusión entre familias poderosas y algo más. Ella no sólo había ganado la fuerza de la dinastía Kang. Ella había adquirido la riqueza y el poder de Jimin también.

Dio un paso adelante, sin expresión, y extendió la mano para poner un dedo bajo mi barbilla. —Nadie puede ocultarme un corazón roto.

Mis ojos se abrieron de par en par. ¿Sabía que lo amaba todo este tiempo?

PECADO - JIMSUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora