Stay with me I /Satosugu (completada)

Prólogo

Estoy tumbado en mi cama, mirando el techo como si pudiera encontrar respuestas en las manchas de humedad. Estoy cabreado. Y lo peor es que sé exactamente por qué. Ese maldito pelinegro, Suguru Geto. Apenas nos acabamos de conocer y ya consiguió hacerme enfadar como nadie lo había hecho antes.

Cuando llegué a la escuela, lo único que buscaba era un poco de paz. Quería alejarme de todo, centrarme en ser el mejor hechicero, porque, obviamente, nací para eso. Pero desde el momento en que lo vi, supe que iba a ser un problema. Es como si su mera existencia fuera una espina clavada en mi costado.

Recuerdo perfectamente cuando nos presentaron. Estábamos en el pasillo, y él venía caminando hacia mí con esa aura tranquila y segura de sí mismo. Algo en su actitud me molestó al instante, aunque no supe ponerle nombre en ese momento. Pero bueno, yo, como siempre, con una sonrisa despreocupada.

—Hey, tú debes ser Geto, ¿no? —le solté, intentando romper el hielo de la manera más casual posible.

—Sí, y tú eres Gojo, supongo —respondió, con una sonrisa apenas perceptible, que me hizo sentir como si supiera algo que yo no.

Su tono me irritó. Era como si me hablara desde un pedestal, como si ya hubiera decidido que no valía la pena esforzarse conmigo. Así que decidí picarle un poco, como hago con todos.

—¿Y qué? ¿Ya te dijeron que soy el mejor de aquí? —Le dije, confiado, como si fuera un hecho innegable.

—He oído muchas cosas, pero eso no es lo que me importa —contestó, mirándome directamente a los ojos con una calma que me hizo querer darle un puñetazo.

Ahí fue cuando me di cuenta de que no sería fácil con él. No se dejaba impresionar, no reaccionaba como los demás. No me miraba con miedo o con admiración, y eso, de alguna manera, me jodía más de lo que podía admitir.

Las clases empezaron y, para mi desgracia, nos asignaron a trabajar juntos en varias ocasiones. Al principio pensé que sería pan comido. Yo era Gojo Satoru, el prodigio. ¿Qué podía salir mal? Pero cuanto más tiempo pasaba con él, más me daba cuenta de que me sacaba de mis casillas de una manera que nadie más podía.

Era frustrante. Él era tan... tranquilo. Incluso cuando las cosas se ponían feas en las misiones, él mantenía esa actitud relajada, como si nada pudiera tocarlo. Y lo peor es que, de alguna forma, empezaba a respetarlo por eso. Aunque me diera rabia, no podía negar que tenía talento, y que, en el fondo, ambos éramos jodidamente buenos en lo que hacíamos.

—¿Siempre eres tan calmado? —le pregunté una vez, después de que terminamos una misión complicada.

—¿Siempre eres tan impulsivo? —me respondió, con una media sonrisa que me hizo querer gritarle.

Después de eso, empezaron los entrenamientos. Ambos éramos competitivos, y eso solo aumentó la tensión entre nosotros. Cada vez que él hacía algo bien, me picaba el orgullo y tenía que demostrar que yo podía hacerlo mejor. Y él, por supuesto, no se quedaba atrás.

—Voy a superarte un día, Gojo —me dijo, después de uno de nuestros combates de práctica, con esa seguridad que me sacaba de quicio.

—No si yo te supero primero, Geto —le contesté, sin poder evitar sonreír de medio lado.

Y así continuaron las cosas, con nosotros midiéndonos el uno al otro en cada oportunidad que teníamos. Pero cuando las luces se apagaban y me encontraba solo en mi cuarto, su imagen seguía rondando en mi cabeza. Era como un maldito fantasma que no me dejaba en paz.

¿Por qué no podía dejar de pensar en él? ¿Por qué me importaba tanto lo que él pensara de mí? Nunca me había pasado algo así antes. Yo era Gojo Satoru, no necesitaba la aprobación de nadie. Pero con él era diferente, y eso me estaba volviendo loco.

Cerré los ojos, intentando sacarlo de mi mente, pero era inútil. Cuanto más intentaba no pensar en él, más presente estaba. Maldita sea, Geto... ¿Por qué tenía que ser tan complicado?