Stay with me I /Satosugu (completada)

Capítulo 27

Pasaron algunos días y me gustaba cada día más la rutina. Lo admito, al principio, no creí que pudiera acostumbrarme a este tipo de vida tan... ordinaria, si se quiere decir. Pero aquí estoy, hasta haciéndome a la idea de que lavar platos y barrer el suelo no son el fin del mundo. Quién lo diría. Satoru Gojo, el más grande hechicero del mundo, enredado en tareas domésticas y en una familia que no tiene ni idea de lo que soy realmente. Supongo que no está tan mal, al menos aquí nadie me mira como si fuera una especie de dios intocable, ni esperan que resuelva todos los problemas del mundo. Me siento... ¿normal? Es raro. Pero, al mismo tiempo, me agrada.

Hoy en particular ha sido un día sorprendentemente tranquilo. Suguru había salido con su padre, no sé bien a qué. Algo sobre ir a comprar herramientas o yo qué sé, así que me quedé en la casa con su madre. Una escena impensable para mí hace unas semanas. Yo, tomando el té con la madre de Suguru, en su cocina perfectamente ordenada, mientras hablamos de cosas que... no esperaba compartir. Esa mujer, aunque no sea una hechicera, tiene algo. Es como si hubiera un aura alrededor de ella, algo que te hace sentir que puedes soltar todo y ella lo entenderá. No sé cómo explicarlo, pero de alguna manera, acabé contándole mi vida entera. Bueno, no toda, obviamente, tuve que omitir la parte de la hechicería y todo eso. No iba a decirle que soy el tipo más fuerte del mundo ni que su hijo y yo lidiamos con maldiciones a diario. Pero sí me encontré hablando más de lo que esperaba.

—Entonces, ¿tu familia es así de... complicada? —preguntó ella, después de que yo le soltara una versión bastante editada de mi vida en los Gojo. Se inclinó un poco hacia mí, con esa mirada que mezcla curiosidad y preocupación, como si de verdad le importara lo que tenía que decir. Y no como cuando los ancianos del clan intentan sonsacarme información para saber si les será útil en el futuro.

Suspiré, dejando la taza de té sobre la mesa y pasándome la mano por el cabello, despeinándome un poco más de lo que ya estaba.

—Complicada es quedarse corto, señora Geto. —Me reí un poco, pero no era una risa de diversión, sino de esas que sueltas cuando ya no sabes cómo más describir algo—. Digamos que ser parte de los Gojo no es exactamente vivir en una familia "cálida". Nunca he sido el hijo favorito, ni siquiera el hijo que querían tener. Mi padre siempre estaba ocupado con los deberes, y mi madre... bueno, ella no era exactamente la persona más maternal del mundo.

Ella asintió lentamente, como si de alguna manera entendiera. Como si pudiera ver más allá de lo que decía, pero sin hacer demasiadas preguntas.

—Debe haber sido difícil, querido —dijo, con esa calma que solo tienen las madres. Esa manera de hablar como si siempre supieran qué decir para que te sientas un poco mejor, aunque no haya una solución mágica al problema.

—Difícil no empieza a describirlo —respondí, tomando un sorbo más de té. ¿Cómo explicarle que, más allá de los problemas normales de familia, yo había estado cargando con la responsabilidad de ser el "más fuerte" desde que tenía memoria? No podía. Así que me limité a lo más básico—. Supongo que, como hijo único, siempre se esperaba mucho de mí. Pero nunca sentí que les importara realmente. No como persona, al menos. Todo era sobre el legado, sobre lo que representaba, y no sobre quién soy.

Ella puso una mano sobre la mía, y por un segundo me quedé quieto, sorprendido. No estoy acostumbrado a ese tipo de contacto. No es que no me haya tocado antes, claro. Suguru y yo tenemos nuestra propia manera de relacionarnos, pero esto era diferente. Era como si... no sé, un gesto cálido, sin esperar nada a cambio. Algo que nunca había tenido de mi propia familia.

—A veces las familias pueden ser... complicadas. Pero también tienes la oportunidad de crear una nueva familia, de rodearte de personas que te aprecien por lo que eres, no por lo que representas.