Capítulo 25

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Luego de que termináramos el desayuno, pensé que por fin había llegado el momento de relajarme un rato. Pero claro, en esta casa eso parecía imposible. Antes de que pudiera siquiera tirarme en el sofá, la madre de Suguru me enganchó por la muñeca y me arrastró de vuelta a la cocina.

—Satoru, querido, ven aquí un momento. Te voy a enseñar cómo se limpia la casa como es debido —dijo con una sonrisa que, para ser sincero, me intimidaba más que la de cualquier maldito espíritu maldito.

—¿Limpiar? —Repetí, casi incrédulo. ¿Limpiar yo? ¿De verdad?

—Claro, ya verás que no es tan difícil. Vas a salir de aquí siendo un hombre hecho y derecho cuando acabe el verano.

Ahí fue cuando supe que estaba metido en un lío del que no me iba a poder escapar fácilmente. ¿Hecho y derecho? Vamos, si ya era perfecto. Pero bueno, no le iba a llevar la contraria a la señora Geto. Así que, con un suspiro exagerado, agarré el trapo que me tendía y comencé a pasarle un poco de limpiador a las encimeras.

Pero mientras yo estaba resignado a esta esclavitud de verano, Suguru ya estaba planeando su fuga. Lo vi de reojo, intentando huir de la escena como si fuera un ninja.

—¡Ey, Geto! —Lo llamé, señalándolo con el trapo como si fuera un látigo—. ¿Dónde crees que vas?

Suguru se giró lentamente, poniendo su cara más inocente.

—¿Yo? Ah, nada, solo iba a...

—Nada de escaparse —le cortó su madre con un tono firme pero cariñoso, como si esto fuera una escena habitual. Le dio otro trapo—. Si Satoru está limpiando, tú también.

Me reí por dentro al ver la cara de derrota de Suguru mientras aceptaba su destino. Era raro verlo así, porque en la escuela siempre era el tipo serio y calmado, pero en su casa parecía estar tan atrapado como yo.

—Vamos, que pensé que éramos un equipo —le dije en tono burlón, aprovechando el momento—. Y aquí estabas, intentando huir mientras yo me encargo de todo.

—Estaba buscando algo... importante —respondió él, haciéndose el desentendido mientras empezaba a fregar una esquina con el mismo entusiasmo que un gato en el agua.

La madre de Suguru nos miraba con una sonrisa mientras sacudía la cabeza.

—Vaya par de holgazanes me han salido, pero no se preocupen, van a salir de esta casa sabiendo cómo llevar una casa ustedes solos —dijo, casi como si fuera un reto.

Lo peor es que, a pesar de todo, empezaba a divertirme. No era tanto la limpieza, que me seguía pareciendo una tortura, sino ver a Suguru en modo doméstico, siendo delatado cada vez que intentaba escaparse. Yo lo delataba sin piedad, obviamente. Si yo iba a sufrir haciendo esto, él también.

—Geto, ya que estamos, ¿no deberías estar limpiando más rápido? —le lancé con una sonrisa arrogante, ganándome una mirada de reproche de su parte.

Después de lo que me pareció una eternidad de limpiar (y mientras seguía delatando a Suguru cada dos minutos), por fin acabamos. Estaba apoyado en la encimera, respirando como si hubiera corrido un maratón, cuando el padre de Suguru entró a la cocina con una sonrisa.

—Bueno, chicos, en unas horas vamos a ver un partido de béisbol —anunció con entusiasmo.

Parpadeé un par de veces, sorprendido. ¿Béisbol? ¿En serio?

—¿Béisbol? —repetí, casi sin saber qué decir. Nunca había sido fan de sentarme a ver deportes. Si me iba a mover, prefería estar en una pelea o entrenando, no viendo cómo otros golpean una pelota.

Stay with me I /Satosugu (completada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora