Todo aquello fue hace años. Y, sin embargo, lo recuerdo como si hubiera pasado ayer. La risa cálida de Suguru, el brillo en sus ojos que siempre me hacía sentir como si todo estuviera bien, como si el mundo no estuviera cayéndose a pedazos a nuestro alrededor. Esos días, esos veranos, los tengo tan cerca y tan lejos a la vez. Como si, de alguna forma cruel, estuvieran al alcance de mi mano, pero siempre deslizándose, siempre escapando.
Ahora estoy aquí, solo en mi habitación, en la víspera de mi graduación. Debería estar emocionado, ¿no? Debería estar pensando en el futuro, celebrando el hecho de que lo logramos. Que lo logré. Pero la verdad es que solo estoy pensando en el pasado. En él. En nosotros.
Suguru ya no está. Y lo más jodido de todo es que sé que nunca va a volver.
No sé cómo pasó todo tan rápido. Un día éramos nosotros contra el mundo, inseparables, como siempre había sido. Y al siguiente, él... él estaba caminando hacia algo que yo nunca podría seguir, un camino que ni siquiera reconocía en él. Algo dentro de él cambió, se quebró, y no pude detenerlo.
Me quedo mirando el techo, con las sombras de la noche bailando a mi alrededor. Los recuerdos me están destrozando. Aún puedo sentir su presencia a veces, como si solo fuera cuestión de abrir la puerta de esta habitación y él estaría ahí, apoyado en el marco, con esa media sonrisa que solía dedicarme. Pero no lo está. No lo estará nunca más.
Cierro los ojos y trato de contener las lágrimas, pero es inútil. No puedo más. Las lágrimas empiezan a caer, y con ellas, toda la mierda que he estado guardando adentro. Todos esos sentimientos que pensé que podría manejar, que podría controlar. Me abrazo a mis rodillas, temblando.
—¿Por qué, Suguru? —susurro en la oscuridad, sabiendo que no hay respuesta. No importa cuánto quiera una, no la habrá. Nunca la habrá.
La última vez que lo vi, fue como si estuviera viendo a un extraño. Se había ido mucho antes de que realmente se marchara. Sus ojos ya no tenían esa calidez, esa chispa que solía verme como si yo fuera todo lo que necesitaba. Se apagaron, llenos de resentimiento, de odio. No hacia mí, pero hacia el mundo. Hacia todo lo que alguna vez importó.
Me levanto tambaleándome de la cama, el dolor en el pecho es tan fuerte que apenas puedo respirar. Me acerco a la ventana y la abro, dejando que el aire frío de la noche golpee mi cara. Espero que me haga sentir algo, cualquier cosa que no sea este vacío insoportable. Pero el frío solo lo empeora. Todo se siente más grande, más vacío sin él.
Me apoyo en el marco de la ventana, mirando al cielo. Está oscuro, sin estrellas, como si incluso el universo estuviera en duelo conmigo. Las lágrimas siguen cayendo, y no puedo detenerlas. Lo extraño tanto que duele físicamente, como si algo me estuviera arrancando por dentro.
—Maldita sea, Suguru —murmuro, la voz rota, apenas un susurro—. Te amaba. Todavía te amo. ¿Cómo pudiste hacerme esto?
La confesión sale de mis labios antes de que pueda detenerla, y la verdad me golpea con más fuerza de lo que pensé. A pesar de todo, a pesar de lo que hizo, de cómo nos dejó a todos, no puedo dejar de amarlo. Y eso... eso es lo que me está destruyendo.
Mañana me graduaré. Se supone que debería ser el comienzo de algo nuevo, ¿no? Pero en lugar de eso, solo puedo pensar en lo que se ha perdido. En todo lo que nunca será. Se suponía que íbamos a hacerlo juntos, que íbamos a caminar este camino, codo a codo, como siempre lo habíamos hecho. Pero ahora, no sé en qué me he convertido sin él a mi lado.
—Se suponía que íbamos a hacerlo juntos, Suguru —murmuro al aire vacío—. Íbamos a ser nosotros dos contra el mundo. ¿Qué pasó con eso? ¿Qué pasó contigo?
El silencio es ensordecedor. El vacío que dejó es tan grande que parece devorarme, como si no quedara nada de lo que una vez fuimos. Y me pregunto si alguna vez lo entendí realmente, si alguna vez lo conocí como creía haberlo hecho. Todo lo que había pensado que era seguro, todo lo que habíamos construido... se desmoronó en cuestión de segundos.
La habitación es un reflejo de cómo me siento. Fría, vacía, inmensa. No importa cuántas veces intente llenar ese espacio con algo, siempre falta una parte. La parte que se fue con Suguru.
—Te odio —murmuro, aunque sé que no es verdad—. Te odio tanto.
Pero es una mentira. No puedo odiarlo. Ni siquiera puedo enfadarme con él de verdad. Porque en el fondo, todo lo que siento es amor. Un amor que me está rompiendo. Y esa es la parte más cruel de todo esto.
Me dejo caer en el suelo, mirando la ventana abierta, el cielo aún sin estrellas. El aire frío de la noche sigue entrando, pero no me importa. Nada parece importarme en este momento. Porque aunque el mundo siga girando, aunque me gradúe y me digan que tengo un futuro brillante por delante, mi mundo se detuvo el día que él decidió irse.
La mañana comienza a asomar, un débil rayo de luz tiñe el horizonte. Y yo me siento vacío. No porque haya terminado una etapa de mi vida, sino porque una parte de mí se fue con Suguru. Se la llevó con él cuando eligió caminar ese maldito camino solo. Y lo peor de todo es que, a pesar de todo, si él volviera y me lo pidiera, iría con él. Porque no importa cuán oscuro sea el camino que eligió, siempre habrá una parte de mí que lo seguirá amando.
Me quedo ahí, en silencio, con las primeras luces del día asomando, y sé que por más que lo intente, nunca podré seguir adelante por completo. Porque aunque la vida continúe, aunque siga adelante, siempre faltará algo. Algo que nunca recuperaré.
—Adiós, Suguru —susurro finalmente, aunque sé que no lo escuchará.
Y con esas palabras, me rompo un poco más, sabiendo que, sin él, siempre estaré incompleto.
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Stay with me I /Satosugu (completada)
Fanfic-Cuando nos graduemos, nos casamos. ... -Está bien. Nos graduamos, y nos casamos. No sé cómo vamos a hacer que funcione, pero lo haremos. Ambientado en el mundo y canon de jujutsu kaisen/ Desde la perspectiva de Satoru