Capítulo 26

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El viaje de regreso en el coche fue todo lo que esperabas de un paseo con el padre de Suguru: risas, bromas, y mucho entusiasmo sobre cosas que honestamente no me interesaban mucho, como el béisbol y lo que sea que hace en su tiempo libre. Pero lo que no esperaba era lo que venía después.

—¡Vamos al bar! —soltó de repente, con una energía que parecía no agotarse nunca—. Me quiero tomar una cerveza, y tú, Suguru, ya tienes edad para la primera con tu padre. Y Satoru, tú también. ¡Vamos, hombre!

¿Qué? Me quedé mirándolo como si acabara de decir que quería que todos nos uniéramos a un club de jardinería o algo igual de raro.

—Espera, espera, ¿qué? —le dije—. Tengo 16 años, ¿recuerdas? No estoy exactamente en edad legal para eso.

El padre de Suguru soltó una carcajada tan fuerte que pensé que iba a darme un infarto.

—¡Bah! Mientras mi mujer no se entere, da igual —respondió con una sonrisa traviesa, como si hubiera hecho esto mil veces antes.

Fantástico. El típico papá que cree que romper las reglas es parte de "crecer". Miré a Suguru esperando que dijera algo, pero él solo sonrió. ¿En serio? Ni siquiera su propio hijo iba a ayudarme aquí.

En menos de lo que esperaba, ya estábamos sentados en el bar. El padre de Suguru nos tendió las cervezas como si fuera lo más natural del mundo. Miré el vaso, luego a Suguru, luego de nuevo al vaso. Él estaba tranquilo, como siempre. Cómo puede estar tan relajado con todo esto. Me tragué mis dudas y di un sorbo.

Casi escupo todo el contenido en cuanto tocó mi lengua.

—¡Qué asco! —me quejé, haciendo una mueca mientras trataba de no vomitar ahí mismo. Sabía que el alcohol no sería como el dulce, pero esto... esto era como beber agua sucia con un toque de metal.

El padre de Suguru se rió de nuevo, esa risa que hacía eco en todo el bar.

—Tienes que beberte muchas para que te guste, Satoru —dijo como si fuera un consejo sabio de alguien que ha vivido lo suficiente como para saberlo todo.

¿Beberme muchas? ¿Por qué alguien haría algo que no le gusta tantas veces solo para que eventualmente le empiece a gustar? Su lógica no tenía sentido, pero claramente no iba a ganar esa discusión.

—O mejor, no me la bebo y vivo feliz —murmuré, mirando la cerveza con repulsión.

Suguru solo me miró de reojo y sonrió con esa calma suya, antes de dar un trago a su propia cerveza, mucho menos dramático que yo.

—No es tan malo si te acostumbras —dijo, como si eso fuera suficiente para convencerme.

—Sí, claro. Lo que tú digas, Suguru —le respondí, levantando una ceja mientras él seguía como si nada.

Los minutos pasaron, y me quedé observando al padre de Suguru hablar de viejas anécdotas mientras bebía, cada vez más cómodo en su propio mundo. De vez en cuando me lanzaba una mirada como si esperara que yo bebiera más.

—Anda, Satoru, que no te voy a contar nada hasta que te termines esa cerveza —dijo, agitando su vaso en mi dirección. ¿Cómo no iba a contarme nada? ¡Ya había hablado más en estas dos horas que en toda su vida, probablemente!

Suspiré y di un trago largo, intentando no hacer otra mueca de asco. Esto era tortura. Literalmente. Prefería enfrentarme a maldiciones de grado especial que hacer esto.

Después de un rato, finalmente dejé el vaso a un lado, satisfecho con haber bebido al menos la mitad, y miré al padre de Suguru como si hubiera superado una prueba imposible.

Stay with me I /Satosugu (completada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora