Una mañana cualquiera, Suguru y yo estábamos en la cama, envueltos en esa tranquilidad que solo se siente cuando no tienes que salvar el mundo o lidiar con maldiciones. La luz del sol se colaba entre las cortinas y él estaba medio dormido, con la respiración suave. Yo, por supuesto, aprovechaba para juguetear con su cabello, ese cabello oscuro que tanto me gustaba y que, aunque nunca lo diría en voz alta, me parecía fascinante. Había algo relajante en pasar mis dedos por esos mechones largos, algo que me hacía sentir en paz.
—¿Sabes? —dije, rompiendo el silencio suave de la mañana—. Cuando por fin pueda acceder a toda mi fortuna, te contrataré a los mejores peluqueros de Japón. Quiero que tengas el mejor cabello del mundo, acorde a tu estatus de novio del más fuerte.
Lo dije en tono bromista, pero lo cierto es que ya me imaginaba a Suguru sentado en una lujosa silla de peluquería, rodeado de estilistas expertos, mientras yo supervisaba como si fuera lo más importante del mundo.
Pero, en lugar de agradecer mi grandiosa oferta como cualquier persona decente haría, Suguru se empezó a burlar descaradamente de mí.
—¿Me estás diciendo que mi cabello no es perfecto? —dijo con una sonrisa pícara, abriendo los ojos solo lo suficiente para lanzarme una mirada que mezclaba diversión con burla—. Vaya, y yo que pensaba que a ti te gustaba tal cual.
—¡Claro que me gusta! —me apresuré a responder, sintiéndome un poco indignado—. Solo digo que puede mejorar. Yo siempre apunto a la perfección, ya sabes.
—¿Perfección, dices? —Suguru se estiró perezosamente, dándome esa sonrisa que solo él sabía poner. La misma que me sacaba de quicio porque siempre significaba que estaba tramando algo. Y ahí fue cuando empezó a burlarse más—. Oh, Satoru, ¿qué haría yo sin tu infinita sabiduría sobre cómo mejorar mi vida? —Su tono era puro sarcasmo, y yo me crucé de brazos, fingiendo estar aún más ofendido.
—Bueno, si no te interesa mi oferta, ¡me largo! —dije, dándome vuelta con toda la intención de salir de la cama como el digno y ofendido novio que claramente era.
Pero antes de que pudiera dar el paso final para levantarme, sentí que Suguru me agarraba de la muñeca y, en un movimiento rápido, me jaló de vuelta a la cama. Antes de que pudiera protestar, me plantó un beso en los labios.
Me quedé quieto por un segundo, sorprendido por la rapidez del gesto. Pero luego sonreí, intentando mantener el aire de indignación.
—Con un beso no me comprarás, Geto Suguru —le dije, mirando hacia otro lado, como si no acabara de disfrutar ese beso. Pero no me dejó ni un segundo más para hacerme el difícil, porque enseguida me empujó suavemente contra la almohada y empezó a repartir besos por toda mi cara, sin parar. En la frente, en las mejillas, en la nariz... ¡En todas partes! Y mientras lo hacía, se reía.
—¿Así que con esto tampoco te gano? —preguntó entre risas, sin detenerse ni un momento en su asalto de besos.
Yo, por supuesto, intenté mantener mi dignidad... pero, sinceramente, era imposible no reírme con él.
—¡Para, para! —dije, aunque no lo decía en serio—. ¡Está bien, te perdono! Pero solo porque soy magnánimo.
Finalmente se detuvo, y ambos nos quedamos ahí, enredados entre las sábanas, mirándonos con una sonrisa. Hubo un breve silencio, de esos que no son incómodos, sino tranquilos. De esos que se sienten bien, como si no hubiera necesidad de hablar porque todo ya está dicho.
—Tengo un plan para hoy —dijo de repente Suguru, rompiendo el silencio con esa chispa de emoción que siempre tenía cuando se le ocurría algo.
Levanté una ceja, intrigado.
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Stay with me I /Satosugu (completada)
Fanfiction-Cuando nos graduemos, nos casamos. ... -Está bien. Nos graduamos, y nos casamos. No sé cómo vamos a hacer que funcione, pero lo haremos. Ambientado en el mundo y canon de jujutsu kaisen/ Desde la perspectiva de Satoru