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Todos comenzamos a correr de nuevo, la tensión en el aire es palpable. Los miembros del equipo se dispersan, cada uno buscando una estrategia que nos permita remontar el marcador. Mi respiración es agitada, mi corazón late con fuerza, pero no puedo permitirme detenerme. Cada segundo cuenta, cada movimiento podría cambiar el curso del juego.

De repente, el altavoz vuelve a resonar, anunciando que el equipo de Kyuma ha sumado más puntos, ampliando aún más su ventaja. La desesperación me invade como una sombra oscura. "¡No puede ser!" pienso, sintiendo cómo la urgencia me consume. Mi mirada se fija en la base del equipo contrario, aparentemente desprotegida. Si tan solo pudiera llegar allí, robar algunos puntos rápidamente... podríamos equilibrar el marcador.

Sin pensarlo dos veces, empiezo a correr hacia la base enemiga. Mi respiración se vuelve irregular, mi mente está un torbellino de pensamientos y estrategias. Cada paso parece eterno, como si el tiempo se hubiera alargado, todo sucediendo en cámara lenta. A lo lejos, la base se eleva, alcanzable, casi puedo tocarla.

Pero de repente, Kyuma aparece en mi camino. Me observa en silencio, su expresión enigmática, casi indiferente. Un escalofrío recorre mi columna vertebral. Sé que no será fácil, pero no tengo tiempo para dudar. Mi única opción es trepar uno de los contenedores que rodean la base y lanzarme desde allí hacia mi objetivo. Mis manos se aferran al metal frío y comienzo a ascender, luchando contra el cansancio y la desesperación.

Cada músculo de mi cuerpo grita de esfuerzo, mis dedos se cierran con fuerza alrededor del borde del contenedor. Estoy tan cerca, puedo sentir la adrenalina que me impulsa, dándome fuerzas. Pero, en el último momento, justo cuando estoy a punto de llegar a la cima, todo se desvanece. Un mareo repentino nubla mi visión, el mundo se tambalea y mis fuerzas me abandonan. Pierdo el equilibrio y caigo.

Antes de tocar el suelo, unas manos firmes me atrapan. Kyuma. Me sostiene con suavidad, evitando que me golpee. En ese instante, lo comprendo todo. El contacto entre nosotros me ha costado caro. Los 4000 puntos que tenía desaparecen de mi marcador. La pantalla principal del juego parpadea, mostrando el cambio en los números. Ahora, el equipo de Kyuma nos supera por 12,000 puntos. La voz del altavoz retumba otra vez, anunciando la caída de mi puntuación y el estado inactivo de mi brazalete.

El shock me paraliza. Me siento derrotada, como si todo el esfuerzo hubiera sido en vano. Me aparto bruscamente de Kyuma y caigo de rodillas al suelo. Un hilo de sangre comienza a manar de mi nariz, y mi respiración se vuelve errática. El cansancio, el dolor y la desesperación se mezclan en un grito silencioso que no puedo dejar salir.

Kyuma me observa, su mirada imperturbable, pero hay algo en sus ojos, una leve preocupación que no logro descifrar. Se arrodilla a mi lado y, con un gesto inesperadamente suave, coloca su mano sobre mi hombro. Yo, consumida por la impotencia, apenas puedo mirarlo.

Sacudo el hombro, apartando su mano con brusquedad. Todavía me cuesta recuperar el aliento, mi pecho sube y baja en un intento desesperado por conseguir aire, pero la sensación de derrota pesa más que el cansancio. No quiero que me toque. No quiero que esté cerca.

Kyuma suelta una risa baja, entre dientes, como si la situación le divirtiera de alguna forma.

—De todos modos, ya perdiste —dice con esa voz despreocupada—. Pero no soy tan malo, ¿no crees? Solo quería ver si estabas bien.

Levanto la cabeza, mi mirada afilada clavándose en la suya. Siento un ardor en la garganta, una mezcla de frustración y rabia contenida.

—Ya lo comprobaste —respondo con frialdad—. Entonces, puedes irte.

Kyuma no se mueve de inmediato. En lugar de eso, se pone de pie con calma y se recuesta contra uno de los contenedores cercanos, cruzando los brazos sobre el pecho. Su expresión no cambia, sigue relajado, como si nada en el mundo pudiera realmente afectarlo.

Toxic Ties [Suguru Niragi]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora