Capítulo 42:

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Realmente nos quedamos dormidos de nuevo. Es increíble que la cura para años de insomnio sea una buena compañía en la cama.

Ania respira profundamente. Está boca abajo y una de sus manos descansa en mi pecho. Creo que estoy en un Universo paralelo, dónde todo, absolutamente todo, es perfecto, o quizás sea ver la desnudez de Ania mientras duerme que provoca esa ilusión.

Repentinamente un ruido de puerta abriéndose me sorprende y despierta a Ania.

- ¡Ania! – se escucha una voz masculina a lo lejos – Ania, ¿dónde estás?

- ¡Diablos! – maldice Ania- Mierda...

- ¿Qué...?¿Quién es?- pregunto un tanto desorientado

- ¿cómo que quién es? Lucás, por supuesto...- dice mientras se levanta y toma una bata de seda negra de su closet.

- ¡¡Aniaa!!

- ¿Por qué grita? – pregunto aún más desorientado, si es posible.

- Porque esta ebrio, Jared... Y necesita charlar –me dice, pero luego su expresión cambia y se ve más cariñosa – Lo siento, lo siento.... – se acerca a la cama y dice – Te recompensaré este despertar abrumador – y se retira luego de darme un sonoro beso.

Mientras Ania está afuera yo no sé si vestirme o no, porque... siendo sincero, no quiero abandonar esta cama nunca. Pero finalmente, me resuelvo a encontrar mi ropa.

Una vez vestido, rebusco mi celular y, demonios... estoy haciendo tiempo como un adolescente en la casa de su novia de preparatoria... y aún así no me importa.

Tengo 20 llamadas perdidas, la mayoría de Mike. Hoy puede olvidarse de que existo.

- "Toc, toc..."- Ania está asomada por un espacio minúsculo de la puerta y ondea una servilleta blanca- ¿puedo?

- Ania, la guerra fue anoche, y creo que lo declaramos empate – bromeo ante la ofrenda de paz- Aunque si te ofreces como retribución y botín, podría aceptarte.

- En realidad... son disculpas porque... me vas a tener que ayudar en algo – me dice y sonríe como un niño que ha cometido una travesura, pero cuando se sienta sobre mis rodillas y pasa su brazo sobre mi cuello, todo queda perdonado.

- ¿En qué puedo ser útil? – le digo, mientras deslizo mi mano dentro de su bata negra, que por cierto, es muy sexy...

- Verás... Lucás estaba ebrio cuando llego...- me explica y su voz va decreciendo a medida que continua – Y ya sabes, los chicos ebrios... son pesados, difíciles de transportar de un lado a otro...

- ¿Si....?

- ¿Me ayudas?- los ojos suplicantes de Ania y su boca en puchero son un presagio de lo que vendría a continuación.

Después de cargar el cuerpo semimuerto de Lucás hasta el sofá y ayudar a Ania a "arropar a su nene", me quedo maravillado ante la vista de Ania cuidando de Lucás.

Por más que Lucás es sólo unos cuantos años menor que ella, y que ellos se consideran hermanos, no puedo evitar pensar en que si Ania trata así a un casi adolescente ebrio, sería perfecta cuidando de un niño...o una niña. Es injusto que fantasee con esto, que Ania sea un objeto de mis fantasías de vida adulta... pero no puedo imaginar a nadie más. Realmente quiero que Ania sea mi compañera hasta el día en que muera, y no sé si ella planea tener niños, o si yo antes de conocerla lo hubiese considerado, pero en este momento, todo sale... natural.

El sonido que me trae de vuelta a la vida.  © #Parte1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora