Capítulo 40: Y todo lo que hay en el mundo es Ania en mis brazos.

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Cómo subimos tres o cuatro pisos de escaleras y nos arreglamos para no rompernos ningún hueso mientras nos besábamos, no lo sé.

Tampoco sé como Ania consiguió abrir su puerta y hacer que ambos entráramos a su departamento.

Éramos manos, labios, alientos y calor mezclados. Mucho de todo y aún así muy poco e insuficiente. Cuando se trata de Ania nunca podré tener demasiado.

Yo de verdad quería hacerlo con Ania, en serio si. Pero me había contenido anteriormente para lograr que fuese algo especial. Y no estoy seguro si esto es lo suficientemente especial para ella.

-          Ania, espera – sus ojos eran solo confusión.

-          ¿Sí?- su voz ronca me excitaba más si eso era posible.

-          ¿Estás segura de esto? Porque yo lo estoy, pero no quiero que nos precipitemos...

-          Jared – me cortó- Nunca, en toda mi vida, he estado más segura de algo. Quiero tener algo contigo. No podría ser con nadie más. Yo estaba durmiendo, no podía ver nada ni a nadie, y sólo hacía falta que despertara de una larga pesadilla, la cual terminó.

-          Puede que este amándote en este momento- declaré

-          Ten por seguro que aunque me resistí, yo te amo desde hace un tiempo.

Y el tiempo, el espacio y resto del mundo desapareció.

Bese a Ania como si fuese el ser más delicado y a la vez más sexual del mundo. Aunque mi mundo se reducía a ella, por lo cual, lo era.

Nos contemplamos por unos minutos, y ella fue quién bajo la vista primero, su sonrisa picarona me develo a dónde se dirigía su mirada. Aún teníamos la ropa puesta y creo que ese era un problema ahora mismo.

Ania me llevo de la mano hasta su habitación, ya no corríamos. Yo tenía mi mano en su cintura, y ella caminaba lentamente.

Una vez dentro de la habitación, todo fue silencio. Sólo se escuchaban nuestras respiraciones y pude ver que Ania estaba nerviosa, no hablaba y miraba hacia abajo. Le tome los lados de su rostro con mis manos y levante su vista a mis ojos.

-          No tenemos que hacer nada si no quieres, hermosa...- sus ojos se agrandaron y realmente me vieron. Una de esas miradas podrían derretir los polos.

-          No, no es eso...Jared – tomo mi mano y se la llevo a la boca, dejando un beso en mis nudillos – es que ha sido un tiempo desde...la última vez... - un color rojo invade su rostro, y no me queda más que sonreír. Por lo que tomo su mano, la que sostiene la mía, y la llevo hacia mi boca, repitiendo su gesto.

-          Ha sido un tiempo para mí también, creo... creo que te esperaba, Ania.

No hicieron falta más palabras, todo se ralentizó y vuelvió más suave, pero a la vez es rápido e indomable. Atacamos nuestros labios de la forma más exquisita y única.

Ania toma el control de sí misma y me quita la chaqueta del traje, y luego comienza con los botones de mi camisa, yo la ayudo a quitar mi corbata y me deshago de mis zapatos. Ania parece estar encantada con la vista, y agradezco que Mike me arrastrase al gimnasio los últimos meses.

Los besos paran cuando tomo por los hombros a Ania y la giro, ataco su cuello y deslizo el cierre de su vestido suavemente. Un detalle no se me pasa y es que Ania tiene un tatuaje. En realidad son varios, son flores.  Aunque no pierdo demasiado tiempo en eso, ya podré preguntarle luego, inicio con besos a lo largo de su columna y cuando llego a la zona de su cintura se arque y suelta un suspiro, lo que me da valor para continuar.

El sonido que me trae de vuelta a la vida.  © #Parte1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora