Cuando volví al interior del apartamento de Ania, había mucho silencio. Bueno, excepto por la voz de Ania que, en otro idioma, exclamaba cosas. Hay algunas palabras que reconozco del español, y Ania por lo que entiendo, recordaba a su madre.
Ella estaba de espalda a la puerta profiriendo una letanía de, lo que estoy seguro eran, insultos en español. Es por eso que no me vio cuando me acerque a ella.
Estaba levantando los platos y cosas de la gran mesa. Se la veía nerviosa.
-¿Necesitas ayuda?- pregunte y ella se exalto mucho cuando me escucho. Me di cuenta unas milésimas de segundos después que habían lágrimas en sus ojos.
En realidad solo había una solitaria gota de su llanto sobre la mejilla, que ella se ocupo de borrar con su mano en el instante en que se dio cuenta de que no estaba sola.
- Pensé que te habías ido- me dijo, sin responder a mi pregunta. Su voz estaba un poco ronca.
- En realidad lo hice, a la casa de Diego, me prestó algo de ropa. Natasha... Ella... ¿continuo mal del estomago?
- Hasta hacen 15 segundos, soportaba ser ella misma. Aunque no sé si podrá decir lo mismo mañana por la mañana...
-Y dónde está todo el mundo?
-Amy, Natasha y July están en mi habitación y el Señor Gubert desapareció.
-¿Dónde dormirás tú?- le pregunto
-Tengo mucho por hacer aquí-señala la mesa- ya me acomodaré en algún lado. Recuerda que es mi casa- contesta con una sonrisa.
Le quito los trastos de las manos y me encargo de la mesa. Ella se sienta y me mira.
-Me llevaré a Mike a casa- le digo- así tienes el sofá aunque sea.
- Tengo uno extra en la habitación, no te preocupes.
Me dirijo a la puerta para irme, cuando ella me sorprende preguntando
-¿te sientes bien como para conducir a casa? - preocupada agrega - tu también tomaste....- No te preocupes, si estuviera mal el auto no encendería… tiene un mecanismo…
- Si los conozco.- responde.
- Entonces…- me limito a decir, no sé cómo empezar la oración.- ¿A qué hora quieres tu café mañana?- cambió de idea, una charla seria requiere un momento de mayor tranquilidad.
- Mira, Jared… No sé …
- No pienses tanto, Ania - la corto. No quiero que dude sobre nada, pero estoy dispuesto a disipar una a una sus dudas si es necesario.- ¿Qué es lo que te molesta?
- Ya te dije, Jared. Eres mi jefe - parecía que iba a decir algo más. Pero decidió optar por sólo decir eso.
- Sí, pero eso no es lo único que te molesta, ¿verdad?
Me mira con sus ojos cafés muy abiertos. Su palidez resalta más cuando se ve sorprendida. Y tiene sus pequeños labios apenas separados.
- Para ser sincera, no. No es lo único, pero es lo más importante.
- Eso se puede solucionar fácilmente, Ania. ¿qué más te preocupa?
- Y cómo lo solucionarías. ¿Piensas dejarme desempleada? Eso restaría muchos puntos, Jared. Es estúpido pensar que no se puede mezclar el trabajo en… esto.
- Simple. Venderé la revista. Y me aseguraré de que todos los puestos de trabajo se conserven.
Ella sólo me mira. No sé qué pasa por su mente en este momento. Es todo misterio y me hace vibrar.
Odio tener que renunciar a la revista. Me gusta tenerla. Bueno ahora que volví, no me entusiasma la idea de tener que irme nuevamente. Pero creo que el fin lo justifica. Vendería todo si fuese necesario.
- No. – me dice y se cierra para decir algo más. Lo veo en su cara.
Se muerde su labio que estaba cerca del color naranja tan extraño que descubrí está noche. Vuelve a ser de su color un rosa oscuro muy hermoso.
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El sonido que me trae de vuelta a la vida. © #Parte1
Roman d'amour#PARTE1 #TERMINADA Ania y Jared se conocen por casualidad en momentos dónde sus vidas son grises y planas. Ambos representan un reto para el otro. Jared cae rendido cuando la risa de Ania lo trae de vuelta a la vida, pero esto no termina ahí. En el...