2. Jeno

119 16 7
                                    

— No me gusta — anunció Doyoung, como si eso fuera algo profundo e impactante.

Johnny levantó una ceja hacia él — No te gusta nadie.

Doyoung se encogió de hombros, pero no cuestionó la declaración.

— Aww, osito de azúcar, yo te gusto — anunció el novio de Doyoung, Jungwoo, dejándose caer en su regazo — Y te gustan los chicos.

— Supongo que la mayor parte del tiempo — asintió Doyoung a regañadientes.

Fue un testimonio de lo bien que conocía a Doyoung que la única reacción de Jeno fue una risita. A Doyoung le gustaba. Doyoung lo amaba, de hecho. Eran como hermanos después de todo lo que habían pasado juntos. Doyoung fingía ser gruñón, pero cualquiera que lo conociera sabía que todo era un acto para proteger su núcleo blando de malvavisco. Mas o menos.

— ¿Podemos estar de acuerdo en que es una mejor opción que la dama que renunció, al menos? — Johnny les preguntó a todos — Quiero decir, no podemos dejar que se acerque a los clientes, pero en realidad sabe cómo hacer el trabajo y no se fue cuando le preguntaste si podía aprender una receta nueva.

Era un problema continuo. Habían contratado a un panadero tras otro, desde la típica abuela que sabía tres recetas e insistía en que deberían ser más que suficientes para complacer a todos y que las alergias al gluten eran falsas de todos modos, hasta el tipo actual, Kwong de cuarenta y tantos años, que tomaba cada oportunidad para recordarles que él se había sido “formado en la CIA, maldita sea. No, no haré tus muffins genéricos de arándanos". La única vez que le pidieron que hablara con un cliente, el resultado fue una adolescente sollozante que ni siquiera sabía lo que significaba “tonto burgués”, y su madre enojada exigiendo una disculpa. Obtuvo una literalmente de todos, excepto del perpetrador de la situación, junto con una
caja llena de pasteles gratis.

Doyoung se había ocupado al final, apurando a
Kwong para que sacara del horno la última tanda del día para poder darle  los pasteles a “esa pobre niña a la que insultaste”. Kwong había sido muy insolente al día siguiente, como si de alguna
manera hubiera sido su culpa que él hubiera sido grosero. Jeno odiaba con franqueza pensarlo, pero claramente Kwong no iba a durar. Era cuestión de tiempo antes de que renunciara enojado o se vieran obligados a despedirlo por otro incidente con un cliente. Doyoung había estado a favor de despedirlo desde “el incidente demasiado sofisticado”, como le gustaba llamarlo. Para empezar, a Jungwoo nunca le había gustado Kwong y francamente, Jeno pensó que deberían haberlo tomado como una señal y no haberlo contratado.

El problema era que necesitaban a alguien, y él había sido el único solicitante con experiencia real. Parecería que con una universidad local que formaba panaderos, les habría resultado fácil encontrar uno bueno, incluso si acababa de salir de la universidad. Resultó que la mayoría de ellos no se quedaban cuando terminaban sus estudios, los centros turísticos locales se llevaban a los mejores de los que se quedaban. Aparentemente, hornear en una cafetería no era un trabajo muy deseable. Si iban a contratar a alguien que no supiera hornear, Jeno debería hacerlo él mismo, incluso si terminaba comprando mezclas para hornear y masa para galletas a granel. Había estado tomando clases y tratando de aprender, pero resultó que perfeccionar la habilidad de hornear tomaba más de unos pocos meses.

— Siempre podríamos publicar una oferta de trabajo en línea — sugirió Jungwoo, esquivando la pregunta de Johnny.

Jeno frunció el ceño ante la idea y negó con la cabeza. No funcionaría — ¿Y hacer que Kwong lo encuentre y renuncie porque estamos buscando a alguien para reemplazarlo? Hay una gran probabilidad si publicamos la vacante, él lo verá. Seamos honestos, sabemos que está buscando otro trabajo. Quiere trabajar en un resort y nosotros no lo somos.

Poppin' Love Donde viven las historias. Descúbrelo ahora