𝘾𝙖𝙥í𝙩𝙪𝙡𝙤 48 - 𝘾𝙝𝙞𝙡𝙚 𝙤 𝘼𝙧𝙜𝙚𝙣𝙩𝙞𝙣𝙖.

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—Yyyy... che, sé que puede ser incómoda la pregunta, pero... ¿El parto realmente duele mucho? — preguntó Thiago al lado de Pelusa mientras veían a los gatitos jugar.

—No son míos. — contestó con serenidad y una leve sonrisa sin quitar la vista.

—Ahhh entonces vos no... Bueno, vos sabés. 

—No. Y no quiero hacer nada con respecto a eso. — cambió un poco su semblante y por ende su voz en la segunda respuesta.

—Perdón, no quería incomodarte tampoco. (Carajo, ¿qué digo ahora? ¿Y si me voy? Pregunto puras pelotudeces) 

—Tranquilo, está bien. 

Se mantuvieron en un silencio algo incómodo por unos largos 18 minutos, pero de pronto un temblor interrumpió todo.

Los gatitos fueron con su madre y se quedaron sentados con ella hasta que el temblor comenzó a aumentar cada vez más, mientras se quebrajaban las paredes.

—Mierda, este lugar no es anti-terremotos parece— dijo Pelusa, que se levantó y cargó a sus hijos, viendo el techo amenazando con romperse sobre ellos.

—Vámonos!! — empezaron a buscar a la entidad, pero no la encontraban por ningún lado, hasta que escucharon algo arrastrarse por los pasillos.

Thiago y Pelusa junto a los pequeños se comenzaron a acercar al ruido, manteniendo el equilibrio, pero al llegar no vieron a la entidad... Bueno, sí, era una entidad, pero no la misma.

Era un monstruo, llevaba 2 hileras de dientes puntiagudos arriba y abajo, múltiples brazos, olía un poco a carne podrida y al ver a aquellos solo comenzó a gritar como un hombre quemándose, en agonía y dolor.

Su rostro era negro, solo podían verse su boca enorme y dos puntos rojos como ojos, que parpadeaban desde que notaron la presencia de otras personas.

Apenas vieron a esa cosa, de al menos unos 40 metros de altura saliendo de una fosa oscura y agónica, la puentealtina y el argento se echaron a correr muy lejos, a donde fuera que los salvara de esa bestia.

—'Ta pasando algo afuera... — dijo Lautaro entre besos con el arquero. Ninguno de los dos se quería separar de todas formas.

—No importa. — respondió el contrario.

No reaccionaron hasta que oyeron los gritos de Pelusa y el estruendo cada vez más cercano, por lo cual Israel, despeinado y de mala gana se levantó e intentó abrir la puerta.

—Uh, cerra'o — suspiró y retrocedió un par de pasos para patear la puerta y salir. Miró a ambos lados, pero a su izquierda vio a la entidad arrastrándose.

—¿Qué pas-? QUESESAWEA, AH CORRE CTM, CORRE — empezaron a correr a la misma dirección que sus amigos, escuchando a la entidad destruir pilar por pilar a su paso, derrumbando partes del techo y bloqueando caminos.

La entidad creadora escuchó los gritos desde la habitación de hilos y se movió rápido, encontrándose con Pelusa.

—Hay una wea enorme allá!!! ¡¿No que nadie puede entrar aquí?!

—¡¡Bueno, casi nadie!!

—¡¿Qué vamos a hacer wn?!

—NO SÉ

—CREÍ QUE SABÍAS TODO

—¡¡¡De ustedes sí, pero no soy un ser sabe todo del universo!!! — gritó estresada para después avanzar en dirección contraria a sus creaciones.

𝙱𝚊𝚓𝚘 𝚕𝚊𝚜 𝚝𝚛𝚊𝚐𝚎𝚍𝚒𝚊𝚜Donde viven las historias. Descúbrelo ahora