Pasaban los días lentamente aún era trabajo pesado el acostumbrarse a un nuevo lugar, pero los felinos fueron recibidos en un bonito vecindario con varias casas.
El grupo del universitario ya tenía sus casas en las cuales vivían con normalidad, así que llegaron y abrieron la puerta con un:
—¡Hogar dulce hogar! — Bobo dejó las cosas que llevaba en la mesa, sonriente, y fue a buscar a su gato. — ¡Cat Jard! Uh... ¿Dónde estará? Mmm... — empezó a llamarlo, algo confundido porque no aparecía, y después de un rato se preocupó.
Mientras, el chico de la gorra se había quitado su mochila, la dejó a un lado, y lo primero que hizo después de aquello fue abrir el refrigerador y sacar una bebida energizante, de sus favoritas.
Sonreía tranquilo ya que amaba aquellas latas de cola, y lo ayudaban a mantenerse despierto, aunque como consumía varias al día eso afectaba bastante su horario de sueño.
—¡¡¡Jard!!! ¡JARD! ¡El gato no está! ¡¡Solo desapareció, y él siempre aparece cuando lo llamo!! — decía preocupado y nervioso.
—Seguro salió un rato, los gatos hacen eso. — respondió con tranquilidad y hasta feliz, su vicio de las latas de bebida cambiaba hasta su ánimo.
Corta fue la felicidad del mayor cuando sintió que su adorada y maravillosa lata de bebida fue arrebatada de sus manos con brusquedad, y su mirada cambió drásticamente.
—Dame... Esa lata. — a pesar de que empezó a insistir, el contrario se negaba a devolver el bebestible, así que Jard cerró el refrigerador y empezó a perseguir a su amigo. — Bobo... ¡¡BOBO, DEVUELVE ESO AHORA!! HIJO DE PERRA —
—¡¡JAMÁS!! ¡¡Maldito vicioso!! Sabes lo mal que te hace esta cosa y aun así tomas y tomas y tomas y no puedes parar!! ¡¡Mierda, he perdido la cuenta de cuantas veces te he visto despierto a las 5 de la mañana haciendo absolutamente nada porque esta maldición te causa insomnio!! —
El universitario se quedó en silencio, su semblante aun no cambiaba, pero parecía haberse calmado un poco, y suspiró pesado.
—En mis problemas no te metas, ¿me escuchaste? No te interesa si me muero mañana o si me intoxico con esas bebidas. A ti no te causa nada. — con seriedad y bastante decidido, se devolvió al refrigerador a sacar otra lata, la cual abrió y en pocos tragos la terminó antes de que se la arrebataran de nuevo.
Bien, el querido Cat Jard había desaparecido y ahora el Jard humano estaba molesto y consumiendo algo bastante dañino para él a montones.
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Pelusa organizaba las cosas que había en la casa con bastante esmero y alegría, mientras escuchaba a sus niños correr y reír.
—¡Tengan cuidado, no se vayan a pegar! — decía mientras corría un mueble algo pesado, aunque tampoco tenía problema.
Grande fue su sorpresa al notar una bola de pelos amarilla con una especie de manta y un gorro, escondida detrás de un mueble.
Al acercarse, obviamente con un rostro confundido, pudo notar que era un gato amarillo algo peludo, con una sudadera a su medida de cordón blanco y un gorro volteado, ambas de color negro.
—Hola precioso... ¿Qué haces aquí? ¿De dónde vienes? — sonrió y lo tomó con mucho cuidado y suavidad para que este no se asustara, lo mimó un poco y lo arrulló. —¿Eres un nuevo compañero? Te pareces a alguien que conozco... —
Vio al gato acomodarse rápidamente entre sus brazos y ronronear un poco por los mimos, así que Pelusa dejó su tarea de mover muebles de lado y fue a la cocina a ver que había y hacer alguna comida rápida para el felino.
Después de un rato, le dio un delicioso y pequeño platito de comida recién hecha, aunque escuchó como tocaban la puerta. Al abrir, vio a Bobo, algo asustado.
—Hola... Bobo, ¿no? ¿Qué pasó? —
—Mmm... Hola señorita, ahhh usted no ha visto a un gato que... Es parecido a Jard, es amarillo, algo gordito —
—Ah! Si, lo he visto, no sé cómo llegó aquí, pero estaba escondido, le hice comida casera, se veía con hambre. — sonrió amablemente y dejó pasar al menor, aunque este se lo pensó dos veces, pero terminó entrando.
Tuvieron que esperar a que Cat Jard terminara de comer, ya que, aunque intentaron, este jamás se separó del plato hasta que terminó y relamió los restos.
Bobo vio a los hijos de la chica de ojos verdes correr a todos lados, y al cansarse, observó como estos se tiraban al piso unos al lado de otros y reían.
—Bueno... Me voy, gracias, señorita... — suspiró, quería quedarse y jugar con los felinos, pero tenía que volver. Tomó a su fiel compañero felino y se lo llevó en brazos, arrullado y ronroneando.
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—Estrella, por favor te ruego que me dejes quedarme contigo, por favor — pedía casi en ruego Lautaro, que estaba a punto de ser encerrado con Israel en la misma casa.
—Lau... Ya lo conversamos... No te hará nada. —
—Yo sé que sí, y no quiero, por favor Estrella, me da miedo... — le tomó de los hombros, y la miró con nervios y angustia hasta que la mayor aceptó.
—Bien... Pero solo hoy, mañana te quedas aquí, Lau. —
—Si señora. — no le quedó de otra que aceptar eso, después de todo, era mejor que estar directamente solo y encerrado con el puentealtino, el cual cada día era más callado, reservado y hostil.
Cada casa parecía tener un problema distinto, ya que Jard aún estaba algo resentido después de la pequeña discusión y aquellas palabras de su compañero rondaban en su cabeza. Era un pensamiento de culpa que no se podía quitar, aunque todo eso lo pensaba mejor si mientras se torturaba con sus pensamientos, tomaba una lata de bebida.
Mientras, Estrella trataba de hablar y convencer a Lautaro de que el arquero no le haría nada y que, a pesar de todo, después de la paliza que había recibido, no se atrevería a alzarle la mano de nuevo.
La noche parecía ser tranquila, a pesar de todo aquello que había sucedido. Las únicas casas en paz eran la de Pelusa y la del soldado y sus dos """"compañeros"""", Rebel y Defect Rebel.
Y si, a pesar de todo, el chico de la sudadera negra pasó gran parte de la madrugada despierto y solo dando vueltas o jugando con su gato. La luz de la luna iluminaba su habitación fría tenuemente, y él cuando se empezó a quedar dormido por fin, automáticamente pensó en las bebidas.
—Mierda, no... Debería hacerle caso a Bobo, es bobo, pero es más sano que yo al menos... — se decía en voz baja, y se tapó la cara con las manos unos segundos.
Vio su teléfono, el cual marcaba las 4:29 de la mañana, suspiró y se metió a su cama para taparse hasta arriba, quedando solo mitad de su rostro descubierta, aunque levantó las mantas para que su mascota se acomodara y durmiera con él.
—Buenas noches... Cat Jard. Jah, te pareces a mí, pero te merecías un nombre más bonito... Te hubiera puesto... "Kiwi", jaja, Kiwi, ¿te gusta ese nombre? Creo que te queda...
En fin, además de tener insomnio, hablo con gatos... ¿Entenderás lo que digo? ¿Te importará acaso...? No importa, buenas noches. —
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𝙱𝚊𝚓𝚘 𝚕𝚊𝚜 𝚝𝚛𝚊𝚐𝚎𝚍𝚒𝚊𝚜
قصص عامةPelusa, felina de ojos verdosos y pelaje carey entre el blanco y castaño oscuro junto a algo de amarillo. Con una vida que muchos gatos envidiarían, una dueña ejemplar y una ciudad estable. Aunque... La vida ha golpeado duro su puerta, y de un día p...