𝙲𝚊𝚙𝚒𝚝𝚞𝚕𝚘 𝟹 - 𝚂𝚊𝚕𝚒𝚛

18 4 13
                                    

Pelusa desde esa noche fue distinta, pero no fue ningún cambio físico.... Si no, mental. Ya que lo poco y nada que le quedaba de esperanza en los humanos desapareció, esfumado como polvo viejo de un mueble antiguo, disuelto en el aire como humo de un cigarrillo

Cigarrillo, que Adeline fumaba en la nueva ciudad después de bajar del tren, se iba un tiempo de casa esperando que la que alguna vez fue su mascota y el ser que más odió, se olvide de ella.

Y por eso... Iba a casa de alguien

Alguien especial para la chica de cabello lila, su mejor amigo que hace años perdió contacto, y entre el suceso de su felina y la prensa solo hablando de ella, volvió a contactarlo. 

.

.

.

.

.

.

Cuando la joven tocó la puerta y esta se abrió, fue un golpe de nostalgia, acompañado de un fuerte abrazo de su gran amigo, Samuel. 

Un chico de cabello azabache y ojos ámbar, de tez blanca, estatura media y delgado

Una casa tan espaciosa, una cara conocida, una buena conversación y una copa de vino, en el estado de Michigan. 

—Y tu hermana? ¿que no estaba viviendo contigo?— dijo después de parar de reír por un chiste de su amigo

—Emma? Ah sí.. pero pasa todo el día ocupada en su trabajo, casi ni se aparece—

—En serio? En que trabaja?

Tampoco lo sé, pero es algo de investigación

—Oh.. suena misterioso, recuerdo que le interesaba mucho ese tema de investigación pero no recuerdo de qué—

—Era de animales, recuerdas cuando éramos niños y se acercó a un león?! Dios! Está loca esta mujer— la contraria asintió, y de nuevo empezaron a reír un poco

—Casi se la comen viva, menos mal que estábamos ahí!—

.

.

.

.

.

Pasaron los siguientes días, Adeline se quedó un tiempo en la casa de Samuel y conversaron de muchas cosas, sobre todo las pocas veces que Emma aparecía.

Aunque..

Nunca se mencionó a Pelusa. Como si fuera un capítulo borrado de una historia, la página arrancada de un libro, un recuerdo que nadie quiere recordar, una memoria que se ahoga en su propia experiencia...

Un tabú.

Pelusa mientras tanto, entendió que los entrenamientos la ayudarían, así que mejoró cada uno de ellos, y le puso atención total a los guardias y cámaras.

Los científicos, todos tenían patrones, al igual que la felina. Solo que ella los ocultaba y eliminaba de los demás como polvo en un mueble.

.

.

.

.

.

.

𝙽𝙾𝙲𝙷𝙴   𝙳𝙴𝙻   𝙸𝙽𝙲𝙸𝙳𝙴𝙽𝚃𝙴_
(???/???/???).

La gata de pelaje blanco esperó a que todo estuviera tranquilo, en una noche tan especial como aquella que la cambió por completo

Enrollada y supuestamente dormida, hasta que en el laboratorio no se escuchó ningún ruido más, y sus ojos verdes se abrieron de par en par pero esta vez amenazantes

Se levantó, su collar hizo ruido y se lo sacó a mordidas y rasguños. El cerrojo de la puerta lo abrió con su uña, mañana iba a cortárselas pero ella actuó antes de ello.

Silenciosamente su cuerpo delgado pasó por la puerta, pero esta hizo un chillido y Pelusa la cerró de nuevo rápido y sigiloso, antes de correr a otras habitaciones

Ya sin collar y libre de aquella habitación, comenzó a divagar por el laboratorio, debajo de las cámaras para que nadie la viera.

El frío escarbaba en su piel, casi llegaba a sus huesos, su vista la orientaba tal cual las linternas de aquellos extraños.

Sintió un olor distinto, putrefacto, desagradable pero curioso. Y con seguridad se acercó...

Hasta que el miedo se apoderó.

Había otros cuartos, lejos del de Pelusa, muy lejos, y el olor era terrible.

Cuando la felina se asomó...

Escuchó las moscas..

Y vio un esqueleto con trozos de carne y músculo verdes, huecos eran presentes, y rápidamente Pelusa se alejó, el olor entró en sus fosas nasales tal cual los gusanos a aquel cuerpo

El mismo olor creaba caminos a otras habitaciones.

Prestándole atención al ambiente, lo vio más descuidado, y esos caminos invisibles de olor eran tan horribles sabiendo lo que encontraría al final

Y...

Siguió su camino, pero una habitación ligeramente abierta le llamó la atención

Y era otro cuerpo, de un gato más grande y reciente, pero tirado en el centro, sin respiración alguna y delgados rastros de sangre.

Corrió lejos de ahí, volvió de dónde había venido, de un momento a otro la putrefacción se fue y el olor a limpio invadió todo, las baldosas blancas y limpias, las paredes pintadas... el techo armado.. sin cables saliendo de él.

Entró a más habitaciones vacías, encontró una mochila en una de ellas, y.. en otra.. documentos.

Documentos que ella no sabía leer, pero eran pequeños para llevárselos en la mochila que encontró

Era una mochila negra mediana, que le costaría cargar pero sería posible ya que por los experimentos Pelusa se había echo más grande, pero no había engordado mucho

Sacó de algunos cajones, con total sigilo, los sobres que parecían más importantes, y los metió uno por uno con su hocico, pero..

Al abrir el último cajón una alarma ensordecedora sonó, y la felina tuvo que sacar el último lo más rápido posible y salir corriendo, ya que pronto empezó a escuchar los pasos apresurados de los guardias

—hey!! Quien está ahí?!— Pelusa veía las linternas y escuchaba las voces, el miedo y el pánico la comenzaron a invadir cuando salió del cuarto de archivos y se encontró cara a cara con ellos

No había lugar a dónde huir, sus ojos relucieron a las linternas de los guardias, que apuntaron armas y jalaron el gatillo...

Con fuerza un dardo chocó con la pared, tan letal si hubiera impactado en la cabeza de Pelusa, y corrió con la mochila, le daba peso pero aún así era rápida

Esquivaba los dardos, algunos casi acertando el disparo, mientras que los gritos de los guardias y lo que corrían detrás de ella

Una carrera de vida o muerte para la felina.

Finalmente, detrás de un pasadizo, vio el exterior, y salió por un agujero de la gran reja que separaba el terreno

La mochila se quedó atrapada, pero después de unos tirones y con una pequeña rasgadura, pudo salir

Y Pelusa corrió.. y corrió lejos, siendo aún perseguida, hasta que se escondió debajo de un auto, viendo ya hasta a autos policiales recorriendo las calles en su búsqueda.

𝙱𝚊𝚓𝚘 𝚕𝚊𝚜 𝚝𝚛𝚊𝚐𝚎𝚍𝚒𝚊𝚜Donde viven las historias. Descúbrelo ahora