𝘾𝙖𝙥í𝙩𝙪𝙡𝙤 43 - 𝙝𝙪𝙗𝙞𝙚𝙧𝙖...

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Pasaba el tiempo sin un reloj que lo marcara una hora específica, pero aquel mar negro no bajaba, si no, que subía rápidamente e inundaba todo el lugar, tanto que la entidad quedó sumergida hasta el cuello mientras seguía llorando.

—Respira hondo!! Eh- eh- MIERDA NO SÉ QUE HACER— Emma le daba unas palmaditas a la entidad con preocupación.

—Mejor nadaré... — dijo con la voz quebrada de la desesperación aquel ser y se hundió debajo de las tinieblas de aquella agua espesa y negra en ese vacío mental.

Antes de moverse más, les dio un barco y unos remos a los hermanos y encendió algunas luces debajo del mar que se formó, luego, se hundió otra vez y nadó con lentitud y moviendo su cabello a través de cada onda acuática que formaba el movimiento de su cuerpo.

Aquel mar atrapaba a la entidad como una especie de masa pegajosa, y cuando quería salir, se veía incapaz y totalmente cubierta de esta, y comenzó a agarrarse de las paredes que se materializaban al tocarlas. Parecía que esa "agua" quería hundirla, quitarle el aire hasta matarla de la tristeza, ya que esa inundación fue provocada solo por la pena que tenía la criatura.

Aunque gritara, se quejara o llorara, ni si quiera los jóvenes la escucharían. Solo la oían rasgar las paredes por la fuerza que aplicaba y sentían el barquito tambalearse sobre las olas agresivas que amenazaban tragarlos a ellos también.

—Basta, no quiero más... — rogó casi rendida la criatura y finalmente pudo librarse, levantarse de nuevo y empezar a absorber otra vez toda el agua que había.

Abrió su boca y tragó toda el agua hasta vaciar aquel espacio mental por completo, cansada, se dejó caer al suelo causando un temblor corto, y se echó a dormir.

—Ah! Yo quería remar más.... — se quejó Sam con molestia y sintió como le pegaban un manotazo.

—¿Qué te pasa? ¡Inconsciente! — regañó con molestia la mayor. Salió del bote ya tocando tierra firme, para acercarse a la entidad. — ¿Paula? Paula, Pau, oye... — la "movió" un par de veces (ni si quiera la movió un milímetro) y no obtuvo respuesta, por lo cual, se rindió.

Terminaron caminando y explorando el lugar, que al parecer era más visible ahora y se notaba una construcción de estética colonial demasiado amplia y con varias habitaciones, unas cerradas, otras abiertas.

Todo parecía un espacio liminal confuso, estaba la sala de los recuerdos llena de cofres, aunque algunos separados del resto y con candados extra. Había una sala de gustos y disgustos, con listas y recordatorios, además de muestras. Había una sala de amigos, estaban las caras de todos los amigos de la entidad, que eran varios, y al pasar y observar sus rostros se podían escuchar audios de sus voces, todas alegres y entre risas.

Había una sala de creatividad, estaban las "musas" que dominaban el arte de Paula, con numerosas pinturas, estatuas, rostros, letras y canciones que sonaban a medida que uno se adentraba al cuarto.

Una sala de emociones estaba al lado... En la puerta se podía leer un cartel que alertaba de la inestabilidad de la sala, y adentro los hermanos solo escucharon gritos, llantos, risas, todo terriblemente junto y de tal manera que era estresante. Se taparon los oídos para intentar avanzar hasta el fondo de lo que pasó de ser un cuarto a un salón entero.

Los gritos cesaron... Pero oyeron una última voz, una sombra. "¡¡¡Todo es tu culpa!!!" Gritaba en un espacio reducido lleno de espejos, apuntando a su propio reflejo eternamente. 

𝙱𝚊𝚓𝚘 𝚕𝚊𝚜 𝚝𝚛𝚊𝚐𝚎𝚍𝚒𝚊𝚜Donde viven las historias. Descúbrelo ahora