Cap. 22

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Después de unos eternos quince minutos, la ambulancia llegó, y los paramédicos se apresuraron a atender a Hong. Mingi no quería alejarse de él, se aferró a la mano de Hong mientras lo colocaban en la camilla.

Durante el camino al hospital, Mingi marcó el número de Yeosang, su voz entrecortada mientras le contaba lo sucedido, cada palabra un intento de contener el torrente de emociones que amenazaba con desbordarse. Le indicó a qué hospital los estarían llevando, su mente un caos de miedo y preocupación.

Al llegar al hospital, Mingi se negó a ser atendido. Se sentó en el suelo, la frialdad del linóleo traspasando su piel, pero su mente no podía alejarse de la imagen de Hong, tendido allí, no podía dejar de pensar en lo que había ocurrido, el horror que había presenciado.

Quince minutos más tarde, Yeosang llegó, seguido por Woo y San, el rostro de Yeosang era una mezcla de preocupación y determinación mientras se acercaba a Mingi.

—Pero, ¿qué le hiciste a mi amigo? —gritó Woo, la rabia y el dolor brotando de sus labios, su mirada se centró en Mingi, como si él fuera el responsable del sufrimiento de Hong. —¡Escoria! Si no fuera por ti, él no estaría en esta situación.

San lo detuvo antes de que pudiera abalanzarse sobre Mingi —Cálmate, Woo, primero hay que saber qué es lo que sucedió —dijo Yeosang, su voz calmada como siempre, pero había un destello de preocupación en sus ojos.

Se acercó a Mingi, quien tenía los ojos hinchados de tanto llorar, con suavidad, lo ayudó a levantarse del suelo, y juntos se sentaron en las sillas del área de espera, donde el silencio era abrumador.

Mingi comenzó a contarles todo lo que había sucedido, su voz quebrada por la desesperación —Maldita mujer —dijo Woo, con un odio palpable en su voz, cada palabra cargada de impotencia.

—¿Por qué no la denuncian? —preguntó San, su expresión seria, buscando una solución lógica.

—Porque no es tan fácil, San —respondió Yeosang, su voz llena de un tono grave—. Su familia es una de las más importantes y millonarias del país.

—Pero eso no puede ser posible, debe de haber una solución —indicó Woo —. Si no, mejor aléjate de él, desde que apareciste en su vida, solo ha tenido problemas.

—¿Y tú qué sabes de eso? —mencionó Mingi con un destello de desafío en sus ojos—. Si tú ni siquiera quisiste hablar de tu noviazgo con San.

Las palabras de Mingi resonaron en el aire, y Woo se quedó en silencio, incapaz de replicar

—Mingi, ve a que te revisen —dijo Yeosang, su tono ahora más suave—. Nosotros esperaremos aquí, y si Hong despierta, te avisaremos, vamos, te acompaño.

Mingi se levantó, sintiendo el peso de su angustia mientras se dirigía a que lo revisaran. El chequeo fue largo y agotador, y tras una serie de pruebas, le confirmaron que tenía el hombro roto.

—¡No! —se negó rotundamente, la idea de una operación lo aterrorizaba—. No necesito cirugía.

Pero con la ayuda de Yeosang, finalmente aceptó ser internado, se sentía vacío, como si la vida se le escapara mientras esperaba en la sala de operaciones.

La cirugía de Mingi estaba programada para la mañana siguiente, un hecho que llenaba a Mingi de ansiedad. Mientras tanto, Hong permanecía inconsciente, rodeado de máquinas que monitoreaban cada uno de sus signos vitales. Fue después de la medianoche que el médico salió para hablar con los amigos que esperaban.

—El Sr. Kim tiene varias costillas rotas —anunció el médico, su voz implacable y profesional—, y una pequeña contusión en la cabeza, además de los moretones que ya tiene. Pero no es nada grave. Esperamos que en un par de horas recobre el conocimiento. Seguirá en observación.

No termino (+18) MinjoongDonde viven las historias. Descúbrelo ahora