No termino (+18) Minjoong

Cap.- 34

Hong se quedó paralizado, su voz apenas un susurro: —Entonces, ¿eras tú quien me estaba siguiendo...? - Las palabras salieron de sus labios como un eco de su propio sufrimiento, cargadas de un dolor que parecía imposible de soportar. Cada sílaba resonaba con la angustia de una herida abierta, y el mundo a su alrededor se desvanecía, dejando solo un abismo de desolación.

Mingi, sintiendo el frío del rechazo en la mirada de Hong, intentó zafar su mano de Hong para alejarse del abismo que se estaba formando entre ellos. Sin embargo, el puño de Hong se cerró con más fuerza, como si aferrarse a esa conexión fuera la única forma de no caer en la desesperación. La lucha interna de ambos era palpable, una batalla entre el deseo de reconciliación y el dolor de los recuerdos.

—¿Qué? —preguntó Mingi, confundido y asustado por la intensidad de la reacción de Hong. Su corazón latía desbocado, y un sudor frío comenzaba a recorrer su frente.

—¿Eras tú quien me llamaba también? —La pregunta salió entre sollozos, y Hong sintió que el nudo en su garganta se hacía más fuerte. Mingi permaneció en silencio, incapaz de encontrar las palabras adecuadas para responder, la ansiedad crecía en el aire, y el espacio entre ellos parecía expandirse, lleno de palabras no dichas y sentimientos reprimidos. —¿A qué has regresado? ¿No te bastó con destrozarme aquella noche? —Las lágrimas comenzaron a caer por las mejillas de Hong, cada una cargada de un dolor acumulado que no podía contener más.

—Tu... —Mingi comenzó a hablar, su voz temblorosa traicionando la lucha interna que libraba. —¿Cómo es que sabes quién soy? No habías perdido la memoria...- Su pregunta quedó suspendida en el aire, como una flecha sin destino, atravesando el corazón de Hong.

—La había perdido... sí —respondió Hong con una tristeza profunda que resonaba en su pecho, como un eco de antiguas heridas. —Pero hace tiempo que todos los recuerdos regresaron a mí, sé qué clase de basura eres —dijo con desprecio, y cada palabra era como un cuchillo afilado atravesando el alma de Mingi.

—Yo... —Mingi intentó defenderse, pero las palabras se ahogaron en su garganta, y el peso del remordimiento lo sofocaba.

—¿Tú qué? ¿A qué has regresado? ¿Qué es lo que quieres de mí? —Hong lo miró con frialdad, como si quisiera congelar toda conexión emocional entre ellos. Cada pregunta era un puñetazo en el estómago de Mingi, quien sentía que las fuerzas se desvanecían de su cuerpo.

La verdad era que Hong había recuperado sus recuerdos desde aquella noche fatídica en casa de Jayb, cuando había escuchado la conversación entre Jayb y JinYoung que había despertado algo dentro de él. Momentos antes de eso, había encontrado una foto de Mingi y él juntos; un destello del pasado que había hecho estallar la represión en su mente. Así fue como cada recuerdo comenzó a inundarlo: el dolor desgarrador y los sentimientos intensos volvían uno tras otro, reviviendo las heridas que creía cerradas pero que nunca sanaron del todo.

—Hong... yo... puedo explicártelo —dijo Mingi, su voz temblando como si cada palabra que pronunciara fuera un cristal a punto de romperse.

Hong lo miró con una mezcla de furia y desolación, sus ojos ardían. —¿Qué me vas a explicar? —respondió Hong, su voz apenas un susurro, pero cargada de dolor—. Te supliqué que no te fueras... —sus palabras eran un eco de su desesperación, una súplica que había resonado en el aire, pero que había caído en oídos sordos—. Me humillé frente a ti, te entregué todo lo que tenía, y eso no te importó en lo más mínimo.

Las lágrimas que antes habían brotaron de sus ojos se habían detenido, pero su rostro se había transformado en una máscara de odio y decepción. Mingi, incapaz de sostener la mirada de Hong, bajó la vista hacia el suelo; cada lágrima que caía parecía arrastrar consigo un pedazo de su alma. —Debí darme cuenta desde el inicio que eras lo peor que había conocido —dijo Hong con un tono cortante, cada palabra salía como dagas afiladas—. Pensé que había algo especial entre nosotros, pero solo fui un juego para ti.