Cap.28

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—Hong, ¿qué es lo que sucede? No camines así, hay demasiada gente —indicó Woo, algo molesto. Su voz tenía un matiz de preocupación, y su mirada seguía a Hong mientras este avanzaba con paso acelerado.

—Es que me pareció ver a alguien —respondió Hong, la incertidumbre asomándose en su voz. Al pronunciar esas palabras, el semblante de Woo se tornó serio, como si una sombra hubiera cruzado su rostro.

—¿A quién? —preguntó, sin más, su tono directo y firme.

—No, a nadie, olvídalo —dijo Hong rápidamente, intentando desestimar el tema. No quería escarbar más en el asunto, no quería recordar más. Las memorias que habían comenzado a resurgir solo le causaban dolor, y en ese momento, prefería dejarlo atrás.

Ambos se dieron media vuelta y comenzaron a caminar hacia las tiendas donde tenían que recoger algunas cosas. La multitud los rodeaba, y Hong se sumió en sus pensamientos, intentando ignorar la inquietante sensación que había sentido al ver a Seonghwa. La confusión y la nostalgia lo ahogaban, pero no quería que Woo se preocupara más de lo necesario.

Después de media hora de compras, caminaron de nuevo al estacionamiento.

—Hong, traje mi ropa. ¿Puedo ducharme en tu casa? —preguntó Woo, con una sonrisa que iluminaba su rostro.

Hong rio asintiendo, aliviado por la ligereza de la conversación. —Claro, adelante.

Eran aproximadamente las 6 p.m. cuando Hong bajó a la pastelería para recoger un pastel que había horneado para ese día. La fragancia del chocolate y la vainilla llenaba el aire, y mientras terminaba de arreglar los últimos detalles del pastel, se sintió satisfecho. Después de 15 minutos, regresó a casa, sintiendo que la emoción por la noche familiar comenzaba a crecer en su interior.

Al subir las escaleras, notó que había alguien en el sofá de su sala. Jayb estaba allí, con una expresión relajada.

—Hola, espero no haber llegado muy temprano —dijo Jayb, levantando la vista al ver a Hong.

—Hola, no para nada, te ves muy bien —indicó Hong, admirando la forma en que Jayb llevaba una camisa blanca con un saco gris. Su cabello estaba recogido en una elegante media coleta, lo que le daba un aire atractivo y profesional.

—Jovencito, ¿puedes ayudarnos, por favor? —dijo la madre de San, saliendo de la cocina con una expresión de apuro.

—Ah, sí, claro, dígame —respondió Jayb, levantándose con disposición.

—Puedes mover esos topers con kimchi, están muy pesados —indicó la señora, señalando con la mano hacia la cocina.

—Hay, déjalo, es un invitado —dijo la señora Kim, acercándose a ellos a paso lento. Su voz era suave pero firme, moviendo la mano para alejar a Jayb de la tarea, pero el ayudo de cualquier forma.

Hong observó la interacción entre ellos, sintiendo una mezcla de calidez y humor. La familia siempre había sido un pilar en su vida, y ver a Jayb interactuar con ellos de manera tan natural le llenaba el corazón.

Después de media hora en la cocina, Jayb se veía algo frustrado. Las tareas culinarias no eran algo que normalmente hiciera, y la confusión en su rostro era evidente mientras intentaba seguir las instrucciones de la señora Kim. Hong, por otro lado, no pudo evitar sonreír al ver lo complicado que resultaba para Jayb, la imagen de Jayb, con un delantal que le quedaba un poco grande, intentando manejar los utensilios de cocina, era a la vez cómica y entrañable.

—Jayb, acompáñame, vamos —dijo Hong, extendiendo la mano y tomando a Jayb con firmeza, sintiendo la calidez de su contacto.

—¿A dónde? —preguntó Jayb, saliendo de sus pensamientos, su mirada aún un poco perdida.

No termino (+18) MinjoongDonde viven las historias. Descúbrelo ahora